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18 de septiembre de 2013

Ser humano.

Acaba de ser celebrada la centenaria tradición de El Toro de la Vega, en Tordesillas. Pura cultura, a la altura del Réquiem de Mozart, por lo menos. Como todo buen hijo de vecino sabe, decenas de energúmenos y sádicos persiguiendo, humillando y lanceando al bicho por pura diversión no implica necesariamente que el toro sufra. Esto está científicamente demostrado por los santos cojones de sus participantes, que también defienden que si en su momento se hubiesen toreado a los dragones y a los unicornios se hubiese evitado su extinción.

Bueno, esto ocurre en la España profunda. En el resto del país la "fiesta nacional" se pone un poco más elegante y sueltan a las bestias, que son las que van engalanadas con traje de luces, a capear a los inocentes animales. Pero no somos una excepción en el mapa de las atrocidades que el ser humano comete con impunidad. Mientras varias tradiciones así siguen existiendo, el resto de la sociedad consiente.


En España tenemos tauromaquia. En Dinamarca existe la matanza de calderones, unos delfines de las Islas Feroe. En China y otros países asiáticos se cuecen perros hasta la muerte para luego venderlos en el mercado alimenticio. En Bulgaria existe la tradición del giro del perro, que consiste en atar al chucho a una cuerda y hacerle pasar girando por encima de un río helado. Las peleas de gallos en México, el salto del ganso a caballo en Chile, o los circos y zoos para disfrute del público son unos pocos ejemplos más a nivel internacional de lo que hacemos con el resto de las especies con las que tenemos que convivir en un planeta del cual hemos decidido apoderarnos.

Ya no hablemos de las lapidaciones a mujeres en Irán y países orientales, de la explotación infantil en Indonesia, de los niños bomba en Afganistán, la facilidad para portar un arma de cualquier tipo en EEUU por cualquier persona, la persecución y humillación a homosexuales en Rusia, la ablación del clítoris para niñas musulmanas,... Y a nivel medioambiental tenemos las feroces deforestaciones del Amazonas, las fugas de radiación en Japón, las contaminaciones de aguas en cualquier punto geográfico con agua, las quemas de caña de azúcar en Venezuela,...

Y así podría tirarme horas enumerando casos y casos de lo bien compenetrado que está el ser humano con todo cuanto le rodea. Luego todo lo disfrazamos de evolución, progreso y cultura, y ya nos quedamos más tranquilos. Matamos, crecemos y nos multiplicamos, cual virus.

8 de septiembre de 2013

Keep calm and carry on studying.

Después de haberme graduado en Imagen, de haber pasado por una escuela privada de cine, especializarme en Guión Cinematográfico, de conseguir el título de nivel intermedio de inglés, de comenzar y abandonar alemán, y de tener abierta la posibilidad de ser becario precario, llamadme perturbado, loco, nosabesdondecaertemuerto, o adicto: voy a hacer un grado de Sociología.

Es una carrera que quiero hacer desde que hice selectividad, más o menos cuando Madrid iba por primera vez de clara favorita e iba a arrasar entre los miembros del COI. Creo que mi constante es estudiar . Fuera de que hoy en día para sacarse una carrera hay que extirparse órganos y traficar con ellos en el mercado negro, no es que a mí me guste estudiar, es que al resto de la tropa le aborrece la idea de tocar un libro. Ya lo he dicho. Que sí, que lo suyo es estudiar para asegurarse un porvenir, tener un empleo bonito del que tu madre se sienta orgullosa y poder competir con tu vecino por ver cuál de los dos es capaz de mantener un nivel de vida más lejos de sus posibilidades.

Pero por una vez voy a llevarle la razón a Barney el dinosaurio: ¡disfrutemos aprendiendo! Tengo la firme y rigurosa máxima de que siempre hay que estar estudiando y aprendiendo algo. Lo que sea: economía, cine, historia de Mesopotamia, el sexo entre leucocitos, las mil recetas de Arguiñano,... Da igual. Estudia. Aprende. ¿Que por qué? Porque estimula; porque no es obligatorio y lo haces porque te da la gana; porque te hace sentir que no estas tirando tu tiempo a la basura; porque te hace sentir frustrado porque cómo coño vas a prepararte 500 hojas de apuntes para dentro de 10 días; porque puedes presumir de ser más listo o de saber más cosas que alguien; incluso con un poco de suerte tus nuevos aprendizajes te llevarán a tu futuro puesto de trabajo estable, bien remunerado, cómodo, utópico y sabesquenoexisteasíquedejadesoñar que tanto anhelas.

Y, ¿qué coño? Que dada la situación a la que nos han conducido en la cual estudiar te puede llevar a caer en lo más bajo y no estudiar te puede llevar a aspirar a puestos que jamás te planteaste, pues mira, aprendo por el simple placer de aprender. Y por frases como esta ha habido filósofos que se han ganado el derecho a caer en el examen de selectividad. Creo que esa va a ser mi nueva meta en la vida: dejar tal legado escrito que los futuros alumnos de bachillerato me odien por decir cosas carentes de sentido pero que dependan de sabérselas para poder aspirar a hacer una carrera que les obligue a hipotecar sus vidas.