Aprovechando mi día de libranza, hablaré un poquito sobre una especie habitual entre los visitantes: las parejitas.
En una
montaña rusa, me enerba muchísimo cuando tienes 40 minutos de espera y dejas pasar a la gente, colocados previamente en sus correspondientes distribuidores, y una parejita que va de la mano, cuando ya todo el mundo se ha sentado, te llega y te suelta la frase clave:
- "No hay sitio".
Te paras, respiras, inspiras, y miras el tren. Hay dos asientos, lo que pasa es que estan separados.
- "Sí que hay, uno se sienta aquí, y otro se sienta ahí", respondo.
- "Es que queremos ir juntos", contestan poniéndome ojitos y dándose la mano fuertemente, demostrándo que su amor es inmenso, tanto que la separación les causa frustración.
Ahora es cuando empiezo a pensar: ¿es qué vais a ir comentando la atracción durante el viajecito? ¿Vais a sentir mayor o menor adrenalina por ir separados? Es una puñetera montaña rusa, te va a dar igual quién cojones vaya a tu lado porque los asientos son INDEPENDIENTES. Si se sentase el papa a tu lado, sentirías lo mismo y la experiencia sería la misma que si se sentase tu vecina la Encarna, la del 5º. Así que, observando toda la gente que está esperando para montar, y sabiendo que por ello no puedes reservar asientos a nadie (sería una falta de respeto hacia esas personas que estan esperando igual que estas parejitas), me toca ponerme en plan cabrón.
- "Uno se sienta aquí, y otro se sienta allí", insisto.
- "Pero..... Es que queremos ir juntos", insisten, volviendome a poner ojitos y volviendo a apretarse las manos, reafirmando su inmenso amor, reafirmando lo trágica y dolorosa que puede llegar a ser esa separación durante tres puñeteros minutos.
Así que evoluciono a operador cabrón nivel 3, y ya no hay vuelta atrás.
- "O tomáis esos asientos, o fuera", sacando pecho y con los brazos en jarra.
- "Pero..."
- "O tomáis esos asientos, o fuera", la zona de espera acaba de pasar de 40 a 45 minutos, la vena de mi cuello a pasado de 2 centímetros de diámetro a 4.
- "Pero..."
- "Fuera", y a tomar por culo.
- "Pero..."
- "Fuera".
Cuán grande será su amor, que han preferido irse después de haber esperado 40 minutos para poder montar a ir separados. Épico. Me dan ganas de hacer una balada inspirada en ese férreo amor tan pasional. Cuánto daño está haciendo Truñúsculo a la sociedad.
Otro caso típico de parejitas es en
las sillas voladoras, para entendernos. Aquí se da el caso de que hay sillas dobles y sillas individuales, estando las dobles destinadas a niños que no llegan a cierta altura y tienen que ir acompañados de un adulto o a personas con minusvalía que también deben ser acompañados en estas sillas dobles. Las zonas de espara se dividen en dos, cada una destinada a un tipo de silla, individual o doble (que la gente se equivoque de fila por no leer los carteles es otro asunto). Vas a cargar a la gente, y te encuentras con que hay tres personas en la fila de individuales (habiéndo 32 sillas), y un porrón de gente para dobles (habiéndo solo 16 butacas, lo que viene siendo 8 parejas de papá con niño o de minusválido con responsable), estando la mayoría de esa gente capacitada para montar en sillas individuales. Muchos acceden a montar en individulaes, después de aclararles la función de esos asientos dobles. Y de repente ves a la parejita.
- "Vosotros podéis ir en individuales perfectamente, y así las personas que necesitan las sillas dobles tendrán que esperar menos", les explico con una educación y una empatía célebres.
- "Pero... Es que queremos ir juntos", joder, ya estamos tocando los huevos.
- "Os explico, chicos, las sillas dobles cumplen la función de permitir a ciertas personas que debido a su físico deben ir acompañadas el poder acceder a esta atracción, y si vosotros ocupáis una de esas sillas, ellos van a esperar mas tiempo para montar, pudiéndo ir vosotros en sillas individuales, que estan unas junto a las otras, no vais a ir tan alejados, o sea, vais a ir juntos, pero en asientos difernetes", vuelvo a explicar con mas detalles.
- "Ya, pero, es que queremos ir juntos", dos ostias les metía a cada uno.
Entonces les dejo pasar, no me queda otra, me disculpo a los padres que van a tener que esperar un ciclo más, y evoluciono a operador cabrón super saiyan. Los asientos dobles tienen un cinturon que se mete entre las piernas, sube por encima de los hombros en forma de V y se abrocha por detrás del asiento. Me llega el turno de revisar el asiento doble de la parejita.
- "A mí no me hace falta cinturón, ¿no?", me dice el que se ha colocado en ese asiento, poniéndome una risita inocente y ojitos.
- "Te has sentado en una doble por propia voluntad, ¿no?", le replico, con una sonrisa de oreja a oreja.
- "Sí, pero yo no me voy a caer", me dice seguro/a de sí mismo/a.
- "Pues el cinturón no se puede quedar suelto, te lo tienes que poner. Ala, chiqui (me encanta llamarles así), cuidado que te lo pongo", y me voy con mi sonrisa, disfrutando de su humillación.
Luego, después de estas cosas, yo me pregunto cómo vivirán estas parejitas, todo el día juntos, sin separarse mas de metro y medio, lo suficiente para respirar con autonomía, y supongo que lo de cagar en intimidad lo tienen que llevar fatal.
Próximamante, más aventuras.