Hablar de todo; saber de nada.

No seré yo quien venga aquí a dar la solución al problema de la educación, que para eso estan los pedagogos y los profesores, que supongo que habrán cavilado durante muchos años en esas posibles medidas que abrieran una educación de mayor calidad, cavilaciones que los políticos de mierda que nos gobiernan, supongo, ignoran constantemente. Porque ideas buenas haberlas haylas, pero me consta que la cosa cada vez está peor. Por lo tanto, hay algun punto de fuselaje atrofiado.

Sobre lo que yo quería meditar es acerca de cómo sale la peña cuando obtiene el título de Bachillerato, ese título que bien puede servir para enmarcar y colgar de la pared y tener a mamá llena de orgullo, o bien para envolver choped. Por ahí me comentan que hay gente que lo usa para acceder a estudios superiores. Bueno, yo les digo que hay gente que con el papel del culo sabe montar muy buenos avioncitos planeadores. Cada uno hace con sus papeles lo que le da la gana. Yo el problema que veo de los bachilleres en este país antes conocido como Hispania, convertido en serie televisiva de dudosa veracidad a posteriori, es que salen del Bachillerato convertidos en muy buenos jugadores de Trivial Pursuit, pero que no tienen una especialidad definida.

Desde luego, si quiero saber cómo conjugar un vebo correctamente, no voy a recurrir a un matemático, recurriré al filólogo. Al igual que no le pediré a este que sacie mis inquietudes acerca de la reproducción de la alga marina del Pacífico Norte, para eso está el biólogo. Pues aquí es donde detecto uno de los mas graves problemas de la educación: queremos que el bachiller de ciencias no solo sepa esquematizarnos el proceso molecular en el desarrollo de una neurona, sino que también queremos que sepa decirnos la obra completa de Garcilaso de la Vega...¡con fechas de publicación incluidas! Y viceversa con los de letras.

Espain es así, queremos abarcar tanto, pero tanto tanto, que al final acabamos haciendo debates en los que los contrincantes saben hablar del tema debatido, pero no saben su materia. La veda está abierta para opinar de todo. Y no solo para opinar, sino que esa opinión será tomada en cuenta. Que algunos me direis que la opinión es un derecho, que viva la democracia, y que san pito pato. Muy bonito, no os privo de que vuestra opinión. Pero lo que me parece una barbaridad es que a la hora de tomar decisiones o en un debate, pongamos como ejemplo, acerca de las energías renovables, la opinión del panadero de mi barrio tenga tanto peso como la de alguien que quizá no tenga ni idea de quién escribió "Fortunata y Jacinta", pero que sea un ingeniero especializado en energía eólica. Al igual que en un debate acerca de cómo moldear una barra de pan me parecería una barbaridad que ambos tuviesen el mismo peso, cuando el panadero lo hace diariamente, y el segundo no. Para guiaros por el camino corto, coged el primer periódico que tengáis a mano, abridlo por cualquiera de sus páginas, y ante vosotros tendréis a mucha gente hablando de muchos temas, pero que no saben de ellos.

Lo grave es que las cosas se hacen así. Que por lo visto formamos gente que sabe de todo, y que si tenemos que tomar una decisión todos tienen derecho a dar su voto. Y así pasa, que acabas discutiendo con la misma autoridad con el tabernero de tu calle acerca de si los tiburones son agresivos, cuando tus referencias son los libros y documentales y estudios avanzados de tu carrera de biología, y las suyas son las películas de Spielberg. Y así con todo.