- Relajáos, hermosos.
- Hay una cosa llamada sarcasmo, que bien os la podéis meter por el culo y darle dos menéos. Juntos, podemos lograr que dejéis de ser tan cortitos.
Acabo de regresar de Barcelona, que es una ciudad que la hizo popular Freddie Mercury dedicándole una canción que seguramente no hayáis escuchado porque es de gente muy exclusiva. La gente que opositamos para superhéroe somos así, necesitamos viajar, aunque sea poquito. Menos a los que les pica una araña radiactiva, esos ya tienen la vida resuelta. Pero los que nos tenemos que sacar la carrera por méritos propios, viajamos. Bruce Wayne se fue al Himalaya; Tony Stark a Iraq; yo a Barcelona.
El viaje comenzó tal que así:
Sí, ahora ya sé cómo se cambia la rueda de un autobús accidentado y tengo material de sobra para hacer un guion mezcla de "La diligencia" y "Las colinas tienen ojos", con un toque de "Lost".
He estado recopilando información sobre la fauna local. Tras un
macroestudio exhaustivo y preciso, he obtenido un dato demoledor: a los
barceloneses no les gusta la cocacola porque es azúcar puro. ¿Cómo os
quedáis? Este resultado ha salido tras un enorme sondeo a...1 persona...
¡No
me miréis así! No me dedico a hacer estadística y no tengo tiempo para
dedicarme a hacer estas estupideces. Simplemente es algo que saco de la
primera persona a la que pillé por banda (Adsi Demelki, que no le gusta
la cocacola, y bebe ese líquido que usa mi madre para regar las plantas).
Otro dato curioso: de cada 10 personas en Barcelona, 9.5 no son de Barcelona. Hay franceses, alemanes, ingleses, italianos, plutoneses, japoneses, irlandeses, portugueses, chinos, unicornios, y hasta hace unos días, yo. Pero no hay barceloneses. Están todos refugiados en sus casitas de chocolate, como duendecillos... Son tan majos... Es verdad, la hospitalidad allí es de agradecer. En cualquier sitio de interés turístico, la misma persona te es capaz de atender en 6 o 7 idiomas distintos. Es gente preparada, ojito con eso. Y yo, por ejemplo, que tiendo a perderme, cuando pedía ayuda la gente se ofrecía a guiarme hasta tal punto que casi me acompañaban a mi destino.
Gente peligrosa los barceloneses... Lo mismo te plantan dos calles con el mismo nombre en menos de 200 metros a la redonda, que te hacen una parada de metro con 8 salidas distintas por 12 calles diferentes. No me digáis cómo, lo hacen, y punto.
Que, por cierto, la arquitectura de Barcelona es tope chachi. Eso sí, la pela es la pela allí más que en ningún lugar, y para reducir gastos dejaron que todo lo hiciera el mismo arquitecto: Gaudí. Así está todo, a medio hacer. Fuentes fiables me informaron que este hombre murió atropellado por un tranvía al salir de un prostíbulo. Best death ever. Si tuviese que elegir, esa sería mi muerte elegida.
Y tengo que desmitificar tópicos catalanes: es mentira eso de que para provocar altercados entre ellos baste con arrojar una moneda de 5 céntimos al suelo. Con una de 1 ya es suficiente.
Es mentira, en realidad el que salió corriendo detrás de ella fui yo. Que era mía, ganada con el sudor de mi frente.
La cosa allí siguió tal que así:
Y como ya he dicho, estuve con el ya machacadamente mencionado Adsi Demelki, que estuvo enseñándome cosas de enseñar de la ciudad, y estuve con un par de compañeros de mi escuela que aún no han regresado a Madrid, los muy mamones. El final fue más o menos así:
Me he olvidado mi esponja en el hotel, espero que la traten con el cariño que ella se merece. Mi esponja, tan esponjosa ella. Que bueno, ya me he comprado una nueva, pero cuando me di cuenta hubo diez minutos en los que no había quien me consolara.
Y nada más. Mi consejo de hoy es que no bebáis vodka negro con lima porque empalaga. Sed felices.
1 comentario:
Y qué tal? Has ligado mucho? jijijijij
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