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19 de marzo de 2013

Al menos trabajas.

Yo noto mucha agresividad y mucha ira contenida cuando la gente, cuando les digo que, en efecto, tengo trabajo, me dicen: "pues no te puedes quejar, que al menos trabajas, no como yo que estoy en el paro." Según estas personas, tengo el deber moral de no quejarme de mi trabajo ni de mis condiciones laborales por el simple hecho de tener uno. Vamos, que en apenas unos años el apelativo mileurista lo hemos convertido en algo privilegiado cuando venía de ser casi un improperio. Y yo ni siquiera soy mileurista.

Y como yo en particular, y dudo de si el resto de trabajadores, no tengo la culpa de vuestra situación de desempleo y quiero acercar posturas y evitar tanto odio, tanta inquina, tantas ganas de iniciar una guerra cuando no sabríamos qué hacer con un rifle si nos dieran uno, pues os voy a demostrar que no soy una persona tan afortunada por tener un empleo precario.

A ver, angelitos. A mi ver hay dos formas de, yéndonos al extremismo, estar esclavizados. La primera es privando a una persona de dinero y capacidad de desarrollarse. O sea, dejándole en el paro. No tienes dinero, y para hacer cualquier cosa, desde alimentarse y tener ropa hasta para viajar en metro, necesitas dinero. Eres un esclavo que va a acceder a cualquier trabajo de mierda que le ofrezcan para obtenerlo. Porque estamos de acuerdo en que eres una persona honrada que no va a atracar un banco, aunque el banco te haya atracado a ti previamente. No tienes dinero, pero tiempo te sobra por todas partes. Tanto que puedes ir a una biblioteca y ponerte a estudiar lo que se te antoje. O puedes visitar a tu abuela. O pasar la tarde con tus amigos. Lástima que no tengas dinero.

La segunda forma de estar esclavizado es careciendo de tiempo. Cobras poco y trabajas mucho. Pero necesitas ese poco dinero para poder desarrollarte mínimamente. Pero resulta que tus horarios laborales te incapacitan para, sin ir más lejos, estudiar algo que te abra las puertas a un empleo mejor. Vaya por dios. Pero, un momento, tienes dinero. No te lo puedes gastar en una mierda porque careces del tiempo necesario para ello, pero tenerlo lo tienes. No tienes tiempo para el ocio, ni para estudiar, ni para leer un puñetero libro o para irte un fin de semana a comer cocido a casa de tu abuela. Pero tienes dinero.

"No te quejes, que al menos trabajas." Mi respuesta bien podría ser "no te quejes, que al menos tienes tiempo." Pero sería hipócrita. Tan hipócrita como es lo primero. Tan hipócrita como si en la Roma Imperial un cristiano le dijera a un esclavo "no te quejes, que a ti al menos no te echan a los leones y sólamente te dan 10 latigazos diarios". Bueno, más o menos, que lo de los leones era una buena putada.

Porque tener un trabajo no es un privilegio, sino un derecho. Y menos privilegio si ese empleo te ata a él. La situación de trabajar pero no tener tiempo para nada más y la de tener tiempo para todo pero no tener trabajo son las dos caras de la misma moneda. Así que me voy a quejar de mi trabajo de mierda eternamente, de mis jefes lameculos y de los empleados de mi condición que también hacen la pelota para mantener su estatus, y me voy a quejar de mis horarios fatalmente remunerados, y más ahora que están peor remunerados que el año pasado.

"No te quejes, que al menos trabaj..." ¡CALLA, FURCIA!

3 comentarios:

Sar@! dijo...

Mándalos a la mierda....Quejarse del trabajo es un clásico, y si me apuras hasta un deber de todo ser humano. He dicho xDDD. Un saludo!

Biónica dijo...

Este es el mayor triunfo del capitalismo. Que tengamos que dar gracias por ser mano de obra. Lo de la esclavitud y la precariedad son minucias. Nadie tendría que dar gracias a nadie, así se perpetúa la jerarquía del trabajo como algo piramidal.

Hijosdeputa. Perdón.

Nalataia Tubercle dijo...

Cuánta razón... anda, como los carteles!

Lo suyo es el punto intermedio: multimillonario de nacimiento. Y a vivir.

Para todo lo demás... "¡CALLA, FURCIA!" (me ha encantado, te tomo la frase prestada, te parece?)