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1 de octubre de 2013

La paguita de fin de mes.

En la empresa donde trabajo tienen la costumbre de apuntillarte con la puntualidad, con la buena cara que tienes que poner constantemente y las buenas formas que debes mantener incluso en las peores circunstancias. Puntualidad, buena cara y buenas formas que se les olvida a la hora de pagar a sus empleados.

Sí, estoy muy cabreado y cagándome en la cúspide celestial porque aún no he cobrado, cuando las nóminas se cierran el día 20 de cada mes. Estamos a 1, lo que significa que llevan casi 2 semanas para hacer las gestiones pertinentes de pagos, cuando por cosas de convenios y otros papeles que nadie se lee tenemos que cobrar como muy tarde el último día del mes. Que igual es cosa mía, pero cuando tienes un contrato vinculante con una empresa, tu deber es realizar las tareas que se te encomiendan, mientras que lo recíproco es algo tan sencillo como que a cambio de tus labores físicas o intelectuales la empresa debe compensártelo con pagarte la nómina, algo, insisto, que parece que no les queda del todo claro. Que no es algo que yo pida porque se me haya antojado. Que es que lo pone en unos papeles muy importantes, parecidos a esos otros papeles a los que ellos recurren para poder sancionarte cuando la cagas. No se qué de la ley mercantil, o comercial, o empresarial.

Que igual la cosa va de que con el pago de la nómina quieren hacer honor a las personas que gestionan el asunto, y por eso va con retraso. Porque la empresa es así: una panda de incompetentes, trepas, pícaros, chupópteros, oportunistas y personajillos que hacen gala de unos amiguismos enfermizos y que venderían a los empleados que les llevan sacando el culo del agua durante años por un precio muy barato.

Esto me recuerda a aquella vez en que la gente se quejó por no haber cobrado puntualmente (es que la cosa no es novedad) y uno de los altos cargos de un importante departamento se dirigió a sus plebeyos de la siguiente manera: "quien esté trabajando en este sitio por el dinero es un miserable; aquí hay que trabajar por la ilusión y por la sonrisa de los niños". ¡Con dos cojones! ¡Sí, señor! ¡Ni el mismo William Wallace daría un discurso tan bravo para espolear a los que van a morir en la batalla! Si tanto os gusta la sonrisa de los niños, dejadles pasar gratis en vez de cobrarles 40€. Espera, creo que lo que estoy diciendo ahora lo llaman demagogia.

Y supongo que esta empresa no es la única en la que ocurren estas cosas. Y si una empresa se preocupa tan poco en cuidar a sus empleados, colateralmente se está despreocupando por sus clientes. Y el blucle sigue, y sigue, y sigue,...

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