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12 de febrero de 2013

Querida raza aria.

Se le ve el pirindolo: ji ji ji ji
Queridos seres humanos, o lo que seáis: chupadme el pito. Sé que no es una buena forma de empezar el post, pero es que hay días en que odio con todo mi ser a la raza humana. Y mira que no soy ni ecologista, ni pertenezco a ninguna ONG, ni soy vegetariano, ni hippie, ni voy a los concursos de misses a decir que mi mayor deseo es la paz mundial, aunque tampoco soy abogado de la práctica de los genocidios. Pero todo eso no quita que tenga arcadas con vosotros.

Como el mundo es inmenso, centraré mi odio en España, así, un país elegido a dedo y porque me viene fenomenal. Entre las muchas actividades deleznables que el ser humano realiza y que son toleradas por el propio ser humano, por sus santos cojones, está la tortura animal. ¿Que por qué? Porque es un bien cultural, dicen. Me refiero a la tauromaquia, la cual no solo toleramos sino que además subvencionamos, como si los toreros fuesen a ir a los Goya. Encima, mi amado, querido e idolatrado Toni Cantó, que es un señor que cuando yo era pequeño salía en la tele recibiendo collejas y que hoy ocupa asiento en el Congreso de los Diputados, suelta por su preciosa boca: "los animales no tienen derecho a la vida ni a la libertad." Ole, torero, picha brava, tus cojones colganderos. Eso para defender esa bonita tradición practicada en España, la tauromaquia. Lo cual, me lleva a pensar, que él mismo se acaba de quitar esos derechos y libertades de los que tanto le gusta hablar, pero ese es otro tema.

Permitidme ponerme un poco en plan rollo Gandhi. Yo a veces me pongo metafísico (y eso que no me drogo) y pienso acerca de la vida (de la vida en plan "La vida"). Y pienso que nuestra existencia y el espacio que habitamos, los recursos que consumimos, todo aquello con lo que interactuamos, no nos pertenece, sino que son entes prestados. Y que somos tan "ole nuestra picha" que nos hemos erigido como raza superior. ¿Que por qué? Porque podemos. Eso sí, que no nos enfrenten a un Tiranosaurio, a un tiburón blanco, a un toro que no esté en medio de una plaza, desorientado y drogado. Nosotros llegamos, nos tiramos unos 80 años haciendo mierdas de mayor o menor interés, y después nos morimos. Ya está. No somos nada más que eso. Entonces, ¿por qué nos empeñamos en apoderarnos de todo? ¿Por qué nos empeñamos en apoderarnos de la verdad absoluta, o de la justicia absoluta? Voy más allá: ¿por qué nos empeñamos en estar por encima de otros seres vivos con los que cohabitamos?

Hay una palabra que odio casi tanto como a Toni Cantó: tolerancia. Tolerar algo o a alguien automáticamente hace que te coloques por encima de eso a lo que te refieres. Como si tuvieses una superioridad moral o algo por el estilo. No es tolerar, sino convivir lo que hay que lograr, estando en el mismo nivel. No es lícito para nuestra especie, y nos denigra como tal, torturar a otra especie por simple regocijo, o devastar bosques por la simple explotación de ese terreno para fines lucrativos, o verter nuestros residuos de manera irresponsable en algún lugar donde a nosotros no nos moleste. Y así, cientos de ejemplos.

Por último: he puesto como ejemplo España porque es donde vivo y porque aún no tengo noticia de ningún país donde las cosas se hagan de manera más chapucera, tanto por parte de los sucesivos gobiernos como de los gobernados, actualmente. Quizá Italia. O México. Pero cuando la masa, en general, es así de subnormal, y se deja arrastrar con tan suma facilidad, mi asco, mi grima, mi repulsión y mis náuseas van hacia todo el puto género humano, incluídos los judíos, las mujeres y los niños. Sobre todo los niños, qué patada en la boca que tienen, casi tan grande como la que tiene Toni Cantó.

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