Admito que me he resistido bastante a leerme este libro por el hecho de que me lo estaba recomendando todo el mundo. Suelo rechazar libros que se ponen de moda de repente. Pero al final cedí ante la presión, y acabé gastándome 20€ en él, y en seguida me puse a leerlo. Y tengo que decir que, esta vez, la masa popular tenía razón.
No me gusta leerme las cosas del tirón, vamos, que no soy precisamente un devoralibros. Por muchos que me lea, un libro de este tamaño suele durarme aproximadamente un mes. Me gusta tomarme mi tiempo. Pero este libro me lo acabé en...¿una semana? Sí, lo acabé muy rápido, y ahora en ese sentido creo que no he amortizado el libro, así que quizá con el tiempo tenga que releerlo.
Una de sus ventajas es que es sencillito de leer, no se adorna ni cae en el ridículo de intentar hacerlo. La mejor baza que tiene es su historia, que es una especie de mezcla de "1984" y "Un mundo feliz" transportados a la novela juvenil. Sigue una línea argumental que ni siquiera necesita de tramas secundarias prolongadas para resultar atractiva. Otra baza a su favor es que no se censura y no trata al lector como un idiota. Trata las múltiples muertes que se van sucediendo y todas las "putadas" que les ocurren a sus protagonistas de forma directa y sin contemplaciones. Se acierta en el uso de la primera persona, más que nada porque gracias a que la historia la narra la protagonista, Katniss, esta pasa de ser un personaje que podría haber sido sosete a convertirse en un personaje rebelde con el que rápidamente se consigue la autoidentificación. Cada personaje de los que van apareciendo, sin dejar de ser personajes prototipo, aportan cosas interesantes y no caen nunca en el absurdo, sobre todo Peeta, que quizá, bajo una apariencia inocente, sea el mayor peligro al que se enfrenta la protagonista, y con quién conformará un triángulo amoroso bastante estrambótico junto a Gale. Son personajes que si no se hubiesen tratado bien podrían haber sido del todo horribles, y afortunadamente ocurre lo contrario.
Lo mejor es la continua tensión a la que están todos ellos sometidos. El objetivo de los juegos del hambre en los cuales participa la protagonista no es otro que matar al resto de participantes para poder salir de ellos con vida, sean niños, máquinas de matar, o amigos. La autora se permite hacer en este contexto un poquito de crítica social, denunciando hasta dónde podemos llegar con tal de recibir entretenimiento y espectáculo. ¿Acaso el circo romano no era algo parecido a lo que se retrata en el libro? ¿Ese tipo de espectáculos siguen vigentes hoy en día por otras vías? Está claro que la morbosidad por las matanzas y por la violencia es un atributo que no ha desaparecido de la sociedad. Y quizá el angustioso y carente de moral futuro que aquí se retrata sea hacia donde se acerca cada vez más el ser humano.
Quizá el calificativo que le puedo dar es "diferente". No deja de ser una aventura del todo clásica con un relato bastante simple, pero que introduce una crueldad y una polémica para nada propias del género. Voy a sumarme a toda la gente que me recomendó el libro haciéndolo yo también. Como no soy de pulirme sagas enteras del tirón, en cuanto me termine un par de lecturas en las que estoy metido ahora me empezaré "En llamas", su continuación.
P.D.: Visto el tráiler de su futura adaptación al cine, tiene pinta de que se todo lo bueno que tiene el libro se lo van a pasar por donde el sol no alcanza a ver. Bastante escéptico estoy.
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9 de diciembre de 2011
4 de diciembre de 2011
Qué a gusto se quedó Adam Smith.
Tó pa mí; ná pa ti. |
El capitalismo defiende la competitividad, es la base de este sistema. Parece mentira, pero competitividad es una palabra que suena bien, y cuando se dice que alguien es competitivo, pues parece que estamos obligados a tener que admirarle. Pollas. Dejemos de pensar que la vida es un puto deporte. La competitividad para la liga de fútbol, ¿vale? Competitividad requiere de dos cosas: un ganador y un perdedor. Para el que gana, pues de puta madre, el sistema funciona que te cagas. Ahora bien, el que pierde está jodido. Porque esto, repito, no es deporte. En deporte, si pierdes, pues lloras un poquito y lo vuelves a intentar el año que viene. En el plano económico y social, si pierdes acabas endeudado y esclavizado a un puesto de trabajo el cual detestas pero del cual dependes para saldar esas deudas y poder mantenerte. Y ahora mirad a vuestro alrededor, porque sí, amigos, hay bastantes más perdedores que ganadores.
La cruda y nefasta realidad es la siguiente: para que alguien se enriquezca, otro alguien tiene que empobrecerse. Es la balanza a la que estamos sometidos en este sistema. Y lo que es peor: el que se enriquece lo suele hacer de manera desproporcionada (el dinero atrae al dinero), por lo cual cuando una persona se enriquece, varias personas se empobrecen. De ahí que en una pirámide empresarial haya uno o muy pocos empresarios, y varias decenas de peones. Y, generalizando, para que nosotros podamos tener un bienestar en el llamado Primer Mundo, debe haber un Tercer Mundo. Es la mierda a la que nos somete el capitalismo, y es la mierda a la que hacemos oídos sordos para no sentirnos culpables de mantener un sistema que no funciona, que es antisocial, que beneficia a muy pocos y perjudica a la gran mayoría.
Además, el capitalismo no sabe de piedad. Lo que manda es el dinero, y quien no tiene dinero se queda fuera. Estamos en un sistema al que no le tiembla la mano a la hora de deshauciar a una familia de su hogar, al que literalmente se la suda que haya niños desnutridos y sufriendo enfermedades fácilmente curables en países subdesarrollados, que carece de escrúpulos para coartar la libertad de expresión de sus plebeyos cuando estos protestan. ¿Por qué? Porque la pasta por delante o si no te jodes. Además, el capitalismo es muy listo. Sabe cómo manipularnos para tenernos reprimidos. Recordad que las televisiones, los periódicos, las radios,... los manejan empresas que defienden al sistema. Por eso le tienen tanto pánico a Internet, porque la información se les escapa de las manos.
Además, el sistema lo maneja gente que contradice al propio sistema. El señor Adam Smith fue un hombre que, aparte de otras gilipolleces, dijo que "un gobierno no debe intervenir en las empresas". Es uno de los mandamientos del capitalismo. Pues bien, los señores que defienden el sistema son los mismos señores que se han pasado por la pepita del coño tal mandamiento dando dinero público a los bancos que, os recuerdo, son empresas privadas que buscan el beneficio propio. O sea, que estos señores son, aparte de capitalistas, inútiles. Que para dar a los bancos y salvarles de sus chapuzas muy rápido, pero para salvar a los que no tienen nada, aunque sea de proveerles de sus necesidades básicas como un techo o un trabajo dignos,... Bueno, es que eso es comunismo, y creo que está mal visto.
Yo no quiero comerle la cabeza a nadie, y me parece bonita la pluralidad y todo eso. Pero que no os toreen. La cooperación siempre será más efectiva que la competición. Y no les creáis cuando os llamen "antisistema", pues no lo sois; simplemente, estáis en contra de este sistema.
2 de diciembre de 2011
Psycho Unchained
Mi perro está jodidamente mal de la cabeza. Empiezo a pensar que o es epiléptico o está poseído. De momento no ha echado espuma por la boca ni ha empezado a hablar en arameo. Es más, aún no ha hablado, y si lo hiciera, aunque fuese en castellano de Cuenca, me asustaría.
Una de sus actividades diarias es tener entre 15 o 20 minutos de hiperactividad espontánea. Pasa de la tranquilidad absoluta a la acción stalloniana en cuestión de décimas. Empieza a correr por toda la casa, golpeándose con muebles, personas y paredes. Vamos, con todo lo que encuentre a su paso. No intentes frenarle durante ese rato, es imposible.
Como todos los beagles, es un llorica. Y sus llantos no son muy normales. Son una especie de aullido satánico agudo que se te mete en los tímpanos y se queda ahí dentro de tu cabeza rebotando por las paredes craneales. El principal motivo de sus llantos es la comida. Está obsesionadísimo con la comida, y eso que solo ha probado su pienso y lo que agarra de la basura (el muy cabrón ha aprendido a abrir el cubo de la basura). Si algún día llega a probar jamón de Jabugo, se le empalma el alma. A raíz de esa ansiedad lo muerde todo. Y por todo me refiero a mí, porque los muebles me dan igual, ya estaban medio rotos. La ha tomado conmigo, y uno de sus juegos favoritos es empezar a saltar alrededor de mis piernas, morderme los pantalones, los cordones de las zapatillas, y ya cuando entro en el juego, manos, cara, y todo cuanto pille.
Lo que mas me acojona es cuando empieza a ladrar a la nada y sin venir a cuento. Creo que mi perro y mi poltergeist ya se han hecho amigos.
Hace poco descubrí un efectivo método para tenerle domado: un láser. Un jodido láser. No os lo explico, os lo enseño:
¿Os he dicho ya que mi perro se llama Psycho?
Una de sus actividades diarias es tener entre 15 o 20 minutos de hiperactividad espontánea. Pasa de la tranquilidad absoluta a la acción stalloniana en cuestión de décimas. Empieza a correr por toda la casa, golpeándose con muebles, personas y paredes. Vamos, con todo lo que encuentre a su paso. No intentes frenarle durante ese rato, es imposible.
Como todos los beagles, es un llorica. Y sus llantos no son muy normales. Son una especie de aullido satánico agudo que se te mete en los tímpanos y se queda ahí dentro de tu cabeza rebotando por las paredes craneales. El principal motivo de sus llantos es la comida. Está obsesionadísimo con la comida, y eso que solo ha probado su pienso y lo que agarra de la basura (el muy cabrón ha aprendido a abrir el cubo de la basura). Si algún día llega a probar jamón de Jabugo, se le empalma el alma. A raíz de esa ansiedad lo muerde todo. Y por todo me refiero a mí, porque los muebles me dan igual, ya estaban medio rotos. La ha tomado conmigo, y uno de sus juegos favoritos es empezar a saltar alrededor de mis piernas, morderme los pantalones, los cordones de las zapatillas, y ya cuando entro en el juego, manos, cara, y todo cuanto pille.
Lo que mas me acojona es cuando empieza a ladrar a la nada y sin venir a cuento. Creo que mi perro y mi poltergeist ya se han hecho amigos.
Hace poco descubrí un efectivo método para tenerle domado: un láser. Un jodido láser. No os lo explico, os lo enseño:
¿Os he dicho ya que mi perro se llama Psycho?
30 de noviembre de 2011
What drives me nuts.
Quiero dar un toque de atención a esas personas que van por la vida como si el mundo no fuese con ellos: los lentos. Es a esas personas lentas, pero que parece que son lentas a propósito, que caminas detrás de ellos por la calle y tienes que adaptarte a su ritmo porque los hijos de perra no te dejan ni adelantarles. A esos lentos me refiero, a esos es a los que habría que exterminar.
Es que no hay expresión en castellano que describa lo que esta gente me enerva, así que usaré una expresión anglosajona: they drive me nuts. Cuando vas con prisa por la calle y un tipo de esta calaña frena tu ritmo dan ganas de invadir Polonia. Te colocas detrás de él, intentas educadamente adelantarles, pero ellos zigzaguean, como si te vieran por retrovisor, y no te dejan pasar. Además parece que lo hacen por orgullo propio, como si les molestara que tu seas más rápido caminando que ellos. Y les puedes hacer todo tipo de señales desde sus retaguardias, que se aferran a su actitud de "disfruta de la bonita visión de mi culo". Que si por lo menos el culo fuera digno de admirar, pues me relajaría, pero esta gente son de culos mal diseñados.
En el metro esta gente adopta otra actitud: son esos tipos que se colocan en la parte izquierda de las escaleras mecánicas y se frenan en seco (para quien no entienda de medios de transporte plebeyos: hay una regla no escrita que reserva el lado izquierdo de las escaleras mecánicas a la gente que quiere avanzar). ¡Te miran con una autosuficiencia! En serio, dan ganas de disecarles y usarles después como abono biodegradable.
Así que mi mensaje para la gente pausada, cachazuda, culera, paulatina, flemática... ¡Lentos, en general! Por vuestra culpa gente muy válida ha perdido el bus que le llevaba a la entrevista de trabajo del puesto de su vida. Por vuestra culpa el padre del pequeño Timmy no llegó a tiempo para verle realizar su primer home run. Por vuestra culpa Jack Bauer no puede tomarse ni cinco minutos para mear, porque le entorpecéis para llegar a tiempo cuando hay alguna bomba colocada por algún grupo ecoterrorista iranokosovar que desmantelar. Por vuestra culpa doña Josefa llegó tarde a la apertura de El Corte Inglés y ya se había agotado aquella blusa azul de Lacoste rebajada al 30%. ¡Un 30%, hijos de puta!
Lentos, mi mensaje es: espabilad u os reviento.
Es que no hay expresión en castellano que describa lo que esta gente me enerva, así que usaré una expresión anglosajona: they drive me nuts. Cuando vas con prisa por la calle y un tipo de esta calaña frena tu ritmo dan ganas de invadir Polonia. Te colocas detrás de él, intentas educadamente adelantarles, pero ellos zigzaguean, como si te vieran por retrovisor, y no te dejan pasar. Además parece que lo hacen por orgullo propio, como si les molestara que tu seas más rápido caminando que ellos. Y les puedes hacer todo tipo de señales desde sus retaguardias, que se aferran a su actitud de "disfruta de la bonita visión de mi culo". Que si por lo menos el culo fuera digno de admirar, pues me relajaría, pero esta gente son de culos mal diseñados.
En el metro esta gente adopta otra actitud: son esos tipos que se colocan en la parte izquierda de las escaleras mecánicas y se frenan en seco (para quien no entienda de medios de transporte plebeyos: hay una regla no escrita que reserva el lado izquierdo de las escaleras mecánicas a la gente que quiere avanzar). ¡Te miran con una autosuficiencia! En serio, dan ganas de disecarles y usarles después como abono biodegradable.
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Creo que me gusta este método contra los lentos. |
Lentos, mi mensaje es: espabilad u os reviento.
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