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5 de octubre de 2012

Yo lo sé porque Tyler Durden lo sabe.

A principios de año leí "The Fight Club" (en inglés, por supuesto, que es como mejor se lee a Chuck Palahniuk). La película ya la tenía vista, estudiada, comprada, y consagrada entre mis favoritas, pero fue con el libro con el que me vino una reflexión acerca de cómo las clases bajas podrían sublevarse ante las clases dominantes.

Os explico: en la narración, Tyler Durden tiene un plan terrorista cuyo objetivo viene a ser algo así como acabar con el sueño americano, despertar de su letargo a la ciudadanía,... Todo muy nihilista. Entre sus acciones, se jacta de colar fotogramas pornográficos en medio de proyecciones de películas infantiles o mear en la sopa del restaurante para ricachones donde trabaja de camarero. Los clientes nunca averiguan que lo que han visto es un pene, aunque su subconsciente lo intuye, y nunca llegan a saber que el sabor avinagrado de la sopa que tomaban provenía de orina, pero la tomaron. Y llega un momento en que el jefe de Tyler le amenaza con despedirle y demandarle, a lo que Tyler, listo y descarado como nadie, le responde: "adelante, tu restaurante será conocido como el restaurante donde se servía orina a sus clientes. ¿Quién querrá visitar este restaurante?". Y en la oficina en la que trabaja igual, su superior quiere despedirle. Él se autolesiona en la oficina del jefe de tal forma que parezca que es producto de agresiones externas. En un momento, mediante chantaje, da la vuelta a la tortilla.

Ahora pensad en todo lo que estamos pasando las clases sociales. Toda la represión y chantaje a los que nos someten las clases altas. ¿Sabéis por dónde voy? Seh...

Son sus empresas las que nos explotan, las que continuamente nos advierten a los que tenemos un contrato de lo afortunados que somos de tener un empleo, por malo que sea tal empleo, que si estamos a disgusto ahí tenemos el INEM en el cual hay 5 millones de personas que estarían encantadas de ocupar nuestro puesto. A su vez, también son clientes de otras empresas donde son atendidos por otras personas en la misma situación que nosotros mismos. ¿Quiénes somos nosotros? Nosotros somos los que les servimos la comida en los restaurantes que visitan, somos los operadores que velan por su comodidad en cualquier parque dde ocio que visitan, somos sus peluqueros, sus chóferes, somos quienes redactamos sus noticias, los que embotellan su vino,...

Imagináos un acto subversivo conjunto en el que nuestro servicio no fuera tan...agradable... Nuestra acción tendría un ataque doble: les fastidiaríamos como clientes, puesto que no obtendrían el servicio por el que han pagado; y les fastidiaríamos como empresarios, puesto que no cumpliríamos el servicio por el que nos mal pagan. Su única respuesta sería el despido y como mucho la demanda. Ahora bien, ellos mismos han generado ese arma de doble filo llamado "sensacionalismo", hambriento por cobrarse nuevas víctimas día tras día. A los medios les encantan los titulares en los que se pone en evidencia la mala conducta de los empleados de X empresa. ¿De verdad les saldría productivo ese despido y esa demanda a los empresarios que nos explotan si lo que van a obtener a cambio es mala publicidad y mala fama? ¿O preferirían callarse para seguir gozando de su prestigio y su nivel adquisitivo?

Pensad también en "sus planes". Una de las cosas que se han logrado con las últimas manifestaciones es frustrarles un gran plan. Recordemos: 25 de septiembre. Tanto el rey como el presidente del Gobierno se encuentran en Nueva York, el segundo en la ONU, intentando promocionar y defender la marca España. Mientras tanto, en Madrid el pueblo se manifiesta y es respondido violentamente, lo cual no pasa desapercibido internacionalmente. Tanto el cazador de elefantes como el tipo que no entiende su propia letra tienen que asumir sonrisas forzadas, saben que el resto de mandatarios internacionales les han pillado. Además, varios medios de allí les ridiculizan en varios artículos. A gran escala, hemos conseguido frustrar uno de sus grandes planes. ¿Qué nos impide frustrar sus planes más cotidianos? Si ellos nos reprimen, nosotros respondemos con pequeños actos que hagan que sus pequeños mundos sean lo suficientemente incómodos como para que empiecen a ponerse nerviosos.

Pensadlo... Pensadlo por un segundo...

1 comentario:

dijo...

¡¡Y me llamaban loca!!