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31 de marzo de 2013

¡Puto cansancio, por dios!

A ver, hermosos. Haced el favor de encontrar trabajo ya de una puñetera vez porque aquí el menda está levantando el país él solito. Diez días seguidos trabajando. ¡Diez! ¡Durante todo el día! Que cuando los negros eran esclavos se les daba más tregua que la que se me ha dado a mí durante semana santa. Negros esclavos, digo. ¡A Jesucristo le trataron con más cariño, amor y mimos los romanos mientras le crucificaban que a mí me han tratado en mi trabajo en semana santa!

Un rápido resúmen. He estado encerrado en pistas de coches de choque esta semana durante más horas que un gitano feriante en todo el mes de agosto de cualquier año. Con agravantes, a saber:
  1. Explicar a la gente, que lleva 1 hora 20 minutos esperando para montar, que los minusválidos tienen derecho a repetir una vez. "Es que esos dos se han quedado repitiendo, guapito." "Minusvalía, señora." "Pues no lo veo justo." "Ampútese una pierna y tendrá el mismo derecho."
  2. Explicar a los minusválidos que solo puede acceder un grupo de minusválidos en cada ciclo y por lo tanto tendrán que esperar a su turno. "Pero es que tengo prioridad." "Retraso, campeón, tú lo que tienes es retraso, pero se te sigue queriendo."
  3. Enseñar a adultos a ponerse un puto cinturón. Combinación meter un brazo y cabeza. Sin complicaciones. Nudos marineros que hacen antes que lograr la sencilla fórmula correcta.
  4. Frío, lluvia, huracanes, uniforme calado, el arca de Noé y un par de indígenas en canoa. 
  5. Portugueses. Puedo entenderme con ingleses, alemanes, chinos, polacos y andaluces. Pero no con los portugueses. 
De la dieta que he seguido durante esta semana solo diré que mi abuela sentiría vergüenza. Eso sí, como he estado tratando con muchos niños pequeños, pues la constancia de agacharme a medirles, a colocarles el cinturón, a enseñarles a conducir, a pisar el pedal, a mover el volante, a cómo birlarles la cartera al pollo-pijo de su papá sin que se delaten,...pues he sacado unas piernas que podría hacerme pasar por el doble de planos detalle de pierna de Jean Claude Van Damme.

Por otro lado, que no es para menospreciar. Llegar a casa con ese agotamiento y ponerme a escribir guiones que tengo que entregar esta semana no es sano artísticamente. Me desprecio por las cosas tan horrendas que voy a entregar, que menos mal que solo son primeras versiones y voy a poder hacer con ellas puré de celulosa.

Y del cambio horario, pues mirad, que qué hijo de puta el que lo inventó. Que de tanto tocar eso cada seis meses va a llegar un año en el que alguna ley científico-químico-astral-divina-lapollaenverso-dinámica colapse y nos vayamos a tomar por culo por lo de cambiar la hora. Que para qué tocar lo que ya está bien.

Y creo que ya me he desahogado lo suficiente. Se ve que están esperando a que muera para que se me considere como la segunda venida de dios a la Tierra, porque tanto martirio me parece cosa tremenda ya.

22 de marzo de 2013

El guion cinematográfico V: los contextos dramáticos.

Ahora ya que hemos dotado de esqueleto a nuestra historia, vamos a proporcionarle movilidad, volúmen, volubilidad,... En resúmen, vamos a dotarla de articulaciones valiéndonos de los contextos dramáticos: los pilares eestructurales de la historia.
  • Pregenérico: es lo primero que roza el espectador y que nos anticipa lo que vamos a ver. Si es bueno, marca el estilo de la película. Suele acompañarse de los créditos.
  • Secuencia inicial: es con lo que arranca la película, de forma potente y seductora.
  • Gancho dramático: es aquel incidente que nos conduce de manera lógica al punto de giro 1, a pesar de que entre ellos puede haber una gran distancia. Nos anticipa el conflicto por el cual vamos a querer engancharnos a esa historia.
  • Punto de giro 1: es el último elemento del planteamiento y el primero que nos introduce en una nueva dirección de la historia y la hace comenzar propiamente. Nos conduce con fuerza al desarrollo, y debe hacerlo con lógica causal, pero también con sorpresa.
  • Pinza 1: agrupa varias secuencias bajo un mismo denominador común y ayuda a introducirnos en el desarrollo.
  • Punto medio: suele ser un incidente que enlaza el contexto dramático de la primera parte del conflicto con la segunda parte. Normalmente, suele tener valor de punto de giro, introduciendo o eliminando personajes comúnmente. Debe tener suficiente fuerza dramática como para reorientar el conflicto.
  • Pinza 2: agrupa los contextos dramáticos bajo un mismo denominador que suceden tras el punto medio.
  • Punto de giro 2: nos impulsa directamente hacia la resolución de la película. Se invierte la tendencia del enredo hacia el desenredo. Debe hacernos intuir por primera vez cuál va a ser el final de la película, al menos indicándonos la dirección que se va a tomar, aunque para que sea bueno debe dejar algunos puntos sin resolver de momento, ya que si los desvelara dejaría el tercer acto sin sentido.
  • Clímax: es el mayor momento de intensidad dramática de la película. Todo lo anterior se ha trabajado para este punto. Para que sea bueno, debe tener dos características: desde él entendemos toda la estructura de la película, y por otro lado debe estar muy cerca del final. Hay que evitar el anticlímax.
  • Escena final: responde a las preguntas que deben ser respondidas. Resuelve las partes del guion que narrativamente han generado expectación en el espectador. Un final cerrado ofrece toda la información necesaria para cerrar el círculo, mientras que un final abierto va a dejar conflictos sin resolver.
Toda esta estructura la puedes mandar a tomar viento si eres Tarantino. Pero entre tú y yo, no eres Tarantino. Sírvete de ella si quieres tener un guion lógico y eficaz.

19 de marzo de 2013

Al menos trabajas.

Yo noto mucha agresividad y mucha ira contenida cuando la gente, cuando les digo que, en efecto, tengo trabajo, me dicen: "pues no te puedes quejar, que al menos trabajas, no como yo que estoy en el paro." Según estas personas, tengo el deber moral de no quejarme de mi trabajo ni de mis condiciones laborales por el simple hecho de tener uno. Vamos, que en apenas unos años el apelativo mileurista lo hemos convertido en algo privilegiado cuando venía de ser casi un improperio. Y yo ni siquiera soy mileurista.

Y como yo en particular, y dudo de si el resto de trabajadores, no tengo la culpa de vuestra situación de desempleo y quiero acercar posturas y evitar tanto odio, tanta inquina, tantas ganas de iniciar una guerra cuando no sabríamos qué hacer con un rifle si nos dieran uno, pues os voy a demostrar que no soy una persona tan afortunada por tener un empleo precario.

A ver, angelitos. A mi ver hay dos formas de, yéndonos al extremismo, estar esclavizados. La primera es privando a una persona de dinero y capacidad de desarrollarse. O sea, dejándole en el paro. No tienes dinero, y para hacer cualquier cosa, desde alimentarse y tener ropa hasta para viajar en metro, necesitas dinero. Eres un esclavo que va a acceder a cualquier trabajo de mierda que le ofrezcan para obtenerlo. Porque estamos de acuerdo en que eres una persona honrada que no va a atracar un banco, aunque el banco te haya atracado a ti previamente. No tienes dinero, pero tiempo te sobra por todas partes. Tanto que puedes ir a una biblioteca y ponerte a estudiar lo que se te antoje. O puedes visitar a tu abuela. O pasar la tarde con tus amigos. Lástima que no tengas dinero.

La segunda forma de estar esclavizado es careciendo de tiempo. Cobras poco y trabajas mucho. Pero necesitas ese poco dinero para poder desarrollarte mínimamente. Pero resulta que tus horarios laborales te incapacitan para, sin ir más lejos, estudiar algo que te abra las puertas a un empleo mejor. Vaya por dios. Pero, un momento, tienes dinero. No te lo puedes gastar en una mierda porque careces del tiempo necesario para ello, pero tenerlo lo tienes. No tienes tiempo para el ocio, ni para estudiar, ni para leer un puñetero libro o para irte un fin de semana a comer cocido a casa de tu abuela. Pero tienes dinero.

"No te quejes, que al menos trabajas." Mi respuesta bien podría ser "no te quejes, que al menos tienes tiempo." Pero sería hipócrita. Tan hipócrita como es lo primero. Tan hipócrita como si en la Roma Imperial un cristiano le dijera a un esclavo "no te quejes, que a ti al menos no te echan a los leones y sólamente te dan 10 latigazos diarios". Bueno, más o menos, que lo de los leones era una buena putada.

Porque tener un trabajo no es un privilegio, sino un derecho. Y menos privilegio si ese empleo te ata a él. La situación de trabajar pero no tener tiempo para nada más y la de tener tiempo para todo pero no tener trabajo son las dos caras de la misma moneda. Así que me voy a quejar de mi trabajo de mierda eternamente, de mis jefes lameculos y de los empleados de mi condición que también hacen la pelota para mantener su estatus, y me voy a quejar de mis horarios fatalmente remunerados, y más ahora que están peor remunerados que el año pasado.

"No te quejes, que al menos trabaj..." ¡CALLA, FURCIA!

14 de marzo de 2013

Con la iglesia habemus topado.

Soy ateo. Solo por decir eso, en algunos países estarían ya midiendo el grosor de mi cuello para llevarme a la horca. Por decir eso, en algunas épocas ya estarían cortando leña para hacer una fogata conmigo dentro. Afortunadamente, estoy en España en pleno 2013 y puedo expresar lo que me salga de los cojones mi opinión siempre y cuando sea consciente de que me someto al linchamiento de los que opinan lo contrario.

Además, soy homosexual, desviado, gay, marica, de la otra acera, invertido. Por decir esto, en algunos países ya me habrían rebanado la polla y me habrían tirado por algún acantilado que desembocara en piedras afiladas. Y por decir esto, en algunas épocas o bien me darían a un pupilo para ejercer con él la paideia o bien alguien gritaría "¡es una bruja!" y volverían a hacer barbacoa conmigo.

Por otra parte, soy un republicano que vive en un país donde hubo una guerra civil donde ganaron los malos de la película. Pero esto no lo digas muy alto, porque se ofenden los fachas. Fachas que se molestan por decirles que son fachas. Esto es curioso, porque a un rojo cuando le llaman rojo suele sacar el pecho y admitirlo con orgullo.

Me desvío del tema que quería abarcar. La religión, ese sitio al que acuden todas esas personas con algún tipo de vacío vital que intentan tapar adorando a un Jesucristo, a un Alá o a un Justin Bieber. A mí la religión me da igual, no me importa que exista, es más, creo que cumple una función social. Hay muchas personas que si no es por la fe se volverían locas, o que se vuelven locas porque tienen fe. Yo que sé. El caso es que ellos son felices así. Yo adoraba a mi Tamagotchi y me iba bien. El problema viene cuando esa fe tenemos que pagarla entre todos. Si yo pago la creencia religiosa de un sector de la sociedad, lo justo sería que ellos me pagaran a mí las entradas de las exposiciones de Star Wars a las que voy.

Pero a decir verdad, no estoy siendo del todo sincero. Sí que hay cosas que me molestan de la religión. Dije que soy ateo, homosexual y pertenezco a una España heredera de una dictadura católica. Tipos como yo han sido perseguidos por la iglesia católica desde siempre, y seguimos siéndolo. Por eso me tomo la libertad de criticar al papa, porque la institución que encabeza tanto el nuevo como sus predecesores me ataca constantemente y encima la estoy manteniendo con mi dinero. Algunos se llevan las manos a la cabeza cuando leen que Francisco I es homófobo, patriarcal y ha colaborado con una dictadura. Esa gente debe de confundir la iglesia católica con alguna organización a favor de los derechos humanos.

Yo ya he dejado de alarmarme ante este prototipo de representante de dios en la Tierra. Me asusta mucho más que aún haya tanto devoto que siga a ciegas a unos tipos que invierten grandes sumas de dinero para investigar si el limbo existe o si en Belén había buey y mula.

6 de marzo de 2013

Las opinión es como el culo: todos tenemos uno.

Hoy voy a ser demagogo, que está muy de moda. Aprovecho el fallecimiento de Chávez para la causa. Porque todos tenemos una opinión, al parecer. Da igual nuestra formación, las fuentes que nos dan la información, el nivel de contraste al que la sometemos, nuestro criterio e incluso da igual nuestra capacidad de permeabilidad.

Todos tenemos una opinión, y lo que es mejor aún, todos queremos expresarla, que se respete, que nadie nos lleve la contraria y si es posible que se nos aplauda. O lo que es lo mismo, que muchos amiguitos pinchen al "me gusta" de nuestra opinión de Facebook. Eso hará que  nuestro ego se ponga erecto, nos reafirmará en nuestra convicción de poseer la más absoluta de las verdades. ¿Que alguien se opone a nuestra verdad? ¡A tomar por culo con él, tengo 19 "me gusta"!

Como decía, quería dar mi punto de vista acerca del debate sobre la revolución bolivariana, que es algo de lo que todos saben mucho. Y mi opinión es...que no la sé. He leído y me han contado cosas maravillosas sobre ella, al igual que he leído y me han contado cosas menos bonitas. Hay gente que compara a Chávez con Franco. O sea, que Chávez es un dictador ganando elecciones democráticas y Franco fue un demócrata que ganó una guerra civil. Algo así, ¿no? Bueno, también los hay que son capitalistas de izquierdas, que eso es todo un logro.

Quiero ir al grano. Hay gente que ahora habla de la situación en la que se queda Venezuela sin saberla situar en un mapa. Quiero decir: ojito con aquella gente a la que le damos voz. Al igual que hay defensores de la monarquía dando lecciones sobre democracia. Que sí, que tener opinión es precioso y democrático, estoy de acuerdo, pero que tener opinión no es tener la posesión de la verdad. La verdad es inefable, interpretable, expuesta a la experiencia de cada uno. La mentira existe, de eso estoy seguro, pero, ¿ocurre igual con la verdad? Complicado, ¿no? Al menos, encontrar una mentira es bastante más fácil que hallar la verdad. ¿Es comunismo lo que hay en Cuba y en Venezuela? ¿Es dictadura lo que hay en Cuba? ¿Sus ejércitos oprimen al pueblo o lo cuidan de la amenaza estadounidense? ¿Sus pueblos son pobres o simplemente es que pueden vivir con un estilo de vida apartado del consumismo al que nosotros estamos sometidos? Consumismo que, por cierto, nos hace creernos clase media, cuando somos del escaloncito de abajo. Sí, os estoy llamando pobres. ¿Lo de cerrar medios contrarios a sus gobiernos es censura o es castigar a manipuladores? Que por otra parte, a la hora de manipular, ¿quién es el culpable: el manipulador o el que se deja manipular?

Básicamente, mi opinión es esta.
No sé responder a ninguna de esas preguntas. No tengo la formación. Por mucha información que tenga, por mucho que la contraste, acabo desconcertado, incrédulo, me surgen nuevas dudas y preguntas igualmente sin respuesta, y acabo con la conclusión de que solo sé que no sé nada.

Habrá quien me acuse de no tomar partido, pero es que parece ser que hay que posicionarse en absolutamente todo, incluso cuando no tienes ni puta idea de nada. "O estás conmigo o estás contra mí", podría decirse. Prohibido permanecer neutral.

Pues no voy a disculparme por ser un incrédulo y un negacionista, y que solo me crea al 100% aquello que veo, experimento o siento por mí mismo. El resto de verdades, pues tendré que fiarme según a quién le conceda el don de la fiabilidad y de a quién no. Así pues, prefiero parecer tonto y mantenerme callado que abrir la bocaza y demostrarlo. Es un buen ejercicio que aconsejo practicar antes de que la impulsividad por someter a juicio algo de lo que no tenemos ni puñetera idea nos haga opinar de ello. Ya avisé al comienzo de que iba a ser demagogo.