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31 de diciembre de 2013

Fin de año.

Paso de escribir una parrafada para despedir el año. Resumiré deseando a las personas que se lo merecen un año 2014 cojonudo, y quiero insistir en que las circunstancias pueden ser desfavorables pero eso no significa que os tengáis que dejar de mover.


20 de diciembre de 2013

Cómo sobrevivir a la cola de un McDonalds.

En mi incansable labor por facilitaros la vida, ya que estáis tontos y tendéis a complicarosla en cuanto se os da el mínimo resquicio, he elaborado un pequeño pero elaborado manual para actuar en una de esas situaciones cotidianas de la que tanto callamos y de la que creo que es indispensable levantar el tabú: la cola del McDonalds.

Incluso me he tomado la molestia de marcaros los pasos a seguir, porque luego también os liáis y acabáis poniendo de Presidente a quien nadie dice haber votado, mandando a Eurovisión a cómicos de televisión o haciendo que Bustamante pierda la final de Operación Triunfo. Allá vamos, estad atentos:
  1. Entra en el McDonalds y ponte a la cola: recuerda que estamos en un restaurante de comida rápida, no en la pollería, así que nada de preguntar quién da la vez. Tú te pones ahí a cholón, donde te parezca a ti.
  2. Muestra seguridad ante el resto de clientes: nada más colocarte en la cola, inconscientemente te has sumergido en una guerra psicológica por ver quién tiene más dignidad e integridad. Si ves que tu cola se desvía de las cajas y en realidad se dirige al baño, nada de cambiarse. Tú vas al baño, meas (o finge mear en caso de tener la vejiga vacía), lavarse las manos es de maricones, y te vuelves a las colas. ¿Que vuelves a equivocarte y te has metido en la cola que va a los columpios infantiles? No pasa nada. Tú sigue ahí, te tiras por el tobogán, y regresas a las cajas.
  3. Odia en silencio: cuando ya has recorrido más colas que la boca de la ex-mujer de Pipi Estrada y has logrado llegar a la de pedidos, la estrategia a seguir es indignarte por la voracidad del sistema capitalista que lleva a las masas a concentrarse en un mismo punto en un mismo momento, colpasando el local, como si tú no fueras contribuyente de tal fenómeno. Miras a tu alrededor, proyectas en tu mente a toda esa gente siendo incinerada por dragones furiosos, sacas el móvil y twitteas que estás hasta la polla de la gente.
  4. Pasa a la agresión física camuflada: a estas alturas, ya te habrás dado cuenta de que hay al menos tres señoras intentando colarse y varios niños correteando entre la gente mientras sus papás les dicen "estáos quieeeeeeetos" o "¿a que nos vamos a casa?". Para eso estás tú ahí, para que haya justicia divina. A las señoras les propinas un codazo. Si te miran, tú mira al frente como si no te hubieses dado cuenta de nada. Cuando se giren, les das un empujón. Si te acusan de que les estás dando, un simple "¡señora, no invente!" bastará para calmar los aires. En cuanto a los niños, tendrás que tener un poco más de paciencia y esperar a que correteen justo por delante de ti. Será el momento oportuno para estirar la pierna y hacer que tropiecen. No sólo lograrás que las criaturas se estén quietas en el suelo, sino que además conseguirás que su papá les coja, les lance un combo colleja-regañina-tirón del brazo, y encima te pedirán perdón.
  5. Turno de pedir: después de media hora en esta cola (el tiempo de las demás colas es demasiado variable) y la cajera (o cajero, o, con un poco de suerte, cajero guapo) te pregunte por tu pedido, preguntarás "¿qué tenéis?". Después de señalarte los carteles a su espalda con los menús, preguntarás "¿qué me sale mejor?" y "¿qué ofertas tenéis?". Luego sacarás un puñado de tickets de descuento y le pides que te coja varios, pero te dirá que no son acumulables. Te indignas. Lo twitteas. Cuando ya te hayas decidido, te ofrecerán junto a tu pedido un helado o alitas para acompañar, que rechazarás. Mientras te estén preparando el pedido, les dirás "¡ay, la McRoyal sin pepinillo y las cocacolas sin hielo!". Cuando corrijan el pedido y te hayan cobrado 8€, llamarás su atención nuevamente para pedir el helado.
  6. Coge mesa: atraviesa la cola. Es algo así como una prueba final en la que debes sortear papás, niños corriendo y señoras intentando colarse mientras llevas una bandeja con tu menú y no se te puede caer nada. Tiras la cocacola sobre un niño. El papá le regañará y te tendrá que pagar una nueva. Va con hielo. Tú la quieres sin hielo. La cajera/cajero/cajero guapo tirará la que lleva hielo y te pondrá una nueva sin hielo. Quizá a estas alturas algo de lo que hayas pedido lleve escupitajo. No te preocupes, no te lo han cobrado. Al ir a por mesa, todo el local está lleno. Que ni te molestes en buscar una libre, vamos. Así que regresa a la caja y pide que te lo pongan para llevar.
  7. Disfruta de tu menú: te vas a la calle. Es diciembre y hace un frío de cojones. Pero tú acabas de ganar una batalla épica que pasará a los anales de la historia de la restauración familiar. Desenvuelves la hamburguesa, das el primer bocado... No han quitado el pepinillo. Que le den por culo.
Si así lo deseas, en McDonalds también puedes hacerte una foto-tuenti con Mario vaquerizo.
Y creo que no me dejo nada. Este manual es aplicable a Burguer King, Telepizza, Dominos Pizza, Pizza Hut no porque no tiene clientes, KFC, 100 Montaditos (donde además a la hora de hacer el pedido y te pidan el nombre les dirás algo así como "Chiquito de la Calzada") y Pans & Company. Espero que os haya sido de utilidad.

17 de diciembre de 2013

Querido yo mismo de hace 7 años.

Querido yo mismo de hace 7 años:

Antes que nada, decirte que Plutón ya no es un planeta porque así lo han decidido unos señores. También hay un robot suelto por Marte haciendo fotos. O que el presidente de EEUU es negro y que al rey le están convirtiendo en Terminator. Y que lo de que te sientas incómodo con la chica con la que estás saliendo lo empezarás a comprender en breve.

Por otra parte, tus pretensiones para dentro de 7 años son demasiado altas y me has metido una presión de la hostia. Qué pena que solo pueda escribirte y no viajar en el tiempo para darte un puñetazo. Mira, iré al grano: dentro de 7 años no estás viviendo en Londres, ni eres cineasta, y a efectos prácticos ni siquiera tienes un título universitario como tal. Es más, sigues viviendo con tus padres, no tienes tanto dinero como te gustaría, sigues haciéndote pajas y sigues viendo dibujos animados. Pero no pongas esa cara, que no estás fracasando.

Te explico. Dentro de 7 años no eres aquello que ahora mismo pretendes ser ni estás donde pretendes estar. Te aconsejo que te agarres los huevos bien fuerte porque tu cabeza va a estar dando tumbos constantemente, y vas a sufrir bajadas y subidas emocionales que dejarían en ridículo a cualquier telenovela de las que ve tu abuela. Y que dentro de poco vas a tener que despedirte de algunas personas sin las que ahora mismo no concibes la vida. No pasa nada, lo superarás. Además, durante los próximos años conocerás nuevas personas, a algunas les mandarás a la mierda, pero otras van a merecer mucho la pena. Y tendrás un beagle que se pasará el día llorando, durmiendo y pidiendo mimos. Es un poco como tú.

Aunque ahora estés intentando ser conciliador entre todos tus grupos de amigos y llegues a un punto en que te distancies de ellos, volverás. Vas a pasar una época muy extraña y dura. Incluso harás un par de pequeños viajes en solitario por el simple hecho de que es así como quieres estar, paseando por lugares desconocidos, descubriéndolos mientras haces lo propio contigo mismo. Y vas a estar enfadado con todo el mundo, contigo el primero, y creerás que nada de lo que haces tiene algún sentido. Pero estos 7 años que nos separan pasarán, y te sentirás mucho mejor.

Vas a quedarte con la gente adecuada. Vas a tener los dos dedos de frente que ahora mismo no tienes. Tendrás un trabajo precario, como casi todo el mundo, que al principio te gustará mucho, y que con el tiempo acabarás aborreciendo, pero que te permitirá tener medios con los que ir subsistiendo. Y gracias a varios títulos que te vas a sacar, escribirás muchísimo. No vas a estar viviendo de ello de momento, pero ayuda. Cuando menos te lo esperes, va a llegar a tu lado una de las personas más importantes de tu vida, que dentro de 7 años tiene la misma edad que tienes tú ahora mismo. No sabes cuánto te vas a reír con él y la de cosas que jamás harías que vas a hacer gracias a él. Pero tampoco quiero hacerte demasiados spoilers, que a mí estas cosas me han ido llegando por sorpresa y tampoco te lo quiero poner tan fácil. 

Tan solo relájate, no tengas tanto miedo. Todas tus incertidumbres se irán aclarando poco a poco. Deja de lado, aunque sea un poco, esa megalomanía que tienes, y aprende a ser humilde, cuanto antes mejor. Insisto, no tengas prisa. Total, dentro de 7 años habrá gente que aún crea que tienes la edad que ahora mismo tienes y que vas al instituto. Y sí, dentro de 7 años sigues jugando a Pokémon y revisionando cada unos pocos meses las versiones extendidas de El Señor de los Anillos. Como ves, las cosas no van tan rápido como esperas, pero van bien.

2 de diciembre de 2013

Estáis usando mal el amor y lo vais a romper.

De los creadores de "no pareces gay" llega "tú y tu novio sólo parecéis amigos". Efectivamente, en el mundo ya hay más subnormales que armas de fuego, y es una pena.

Yo querría explicar una cosa bien sencilla que pocos parecen comprender, por si acaso os identificáis conmigo o solo estáis aquí porque os hago gracia o yo qué sé. Resulta que cuando tienes pareja no hay ni una puta ley, ni aquí ni en ningún país del globo terráqueo, que te obligue a demostrar tu amor, pasión y desenfreno a todas putas horas. En serio, parece una locura de las mías, pero qué va. Que he estado buscando, y que no existe tal ley.

Que no es necesario que vayas de la mano de tu pareja a todas partes como si de soltarte te fuese a atacar un convoy de antidisturbios. Que lo de publicar 48 fotos de tu fin de semana en pareja es algo que si no lo haces tampoco pasa nada. Digo más: si en vez de 48 fotos haces 12 que sean bonitas y no al tun-tún (que no se si tun-tún se escribe así, pero para mí tiene sentido) y te las guardas para ti, nadie te va a denunciar. Y que si vas con tu grupo de amigos y te distancias más de metro y medio de esa persona a la que tanto amas, no van a venir los comunistas a expropiártela. Que eso sólo son leyendas y cuentos de viejas. Os lo juro por lo más bendito que ha parido este país, me cago en la virgencita guapa, que no es otra cosa que el hijo de Ana Obregón.

"Es que tú eres gay y por eso no vas con él en plan pareja por la calle". Agárrame el rabo y estira. Mira, no. Lo que pasa es lo siguiente: yo quiero a mi novio. Él me quiere a mí. Yo lo sé. Él lo sabe. Es suficiente. No necesitamos que toda nuestra red de amigos y conocidos estén pendientes a todas putas horas de todo el amor inmenso que sentimos el uno por el otro, capaz de hacer cagar arco iris a una camada de gatitos recién paridos. Al igual que no nos lanzamos nuestras arrebatadoras declaraciones pasionales que hacen que la luna brille en la noche más oscura en público, y nos basta con hacérnoslas el uno al otro, en privado, en plan de que a nadie más le importa. 

"Yo y la Pili en Murcia pasándolo bien".
Que es que luego rompéis con vuestra Pili, a la que tanto queríais a todas putas horas y que decíais que estaríais siempre juntos porque nada podría separaros, y quedáis un pelín ridículos por no decir gilipollas. Y no os hagáis luego los suecos, que tal amor shakespiriano lo presencié yo, lo vieron los 768 amigos de Facebook que tenéis, y lo vio Obama. No es que lo viésemos, es que nos lo metísteis por los ojos, hijos de puta. Y ahora la Pili no os toca ni con un palo y encima se ha quedado con la Play. Que estáis confundiendo el amor con ganas de ser portada del Pronto.

Haced un favor. No a nosotros, sino a vosotros mismos. Reservad vuestro amor a vuestra pareja, que es la que lo tiene que sentir, que al resto nos encanta que os queráis tanto pero que al final los que se tienen que follar a la Pili sois vosotros, no nosotros. Que de verdad, nos la suda lo bien que lo habéis pasado en Murcia en el puente de agosto, o que hayáis ido a ver el árbol de navidad de Sol en mitad de noviembre. Que además vuestras fotos son una mierda y son todas iguales. Dejad de dar la chapa, por favor, y limitáos a quereros el uno al otro. Gracias.

P.D.: Cariño, cosita guapa, que luego voy a buscarte y que te quiero mucho.

P.D.D.: el P.D. era un mensaje privado para mi novio, no para vosotros, putos cotillas entrometidos, que estáis empezando a parecer acosadores queriéndolo saber todo. Mira que os denuncio, mamones.

P.D.D.D.: A ti no, cariño, a ti te quiero con locura. Tú puedes entrometerte en mí todo lo que quieras.

P.D.D.D.D.: ¿no tenéis otra cosa que hacer que leer mi blog? Ponéos a leer un libro, que tiene más páginas y más sentido que ésto.

19 de noviembre de 2013

Hace un frío de la polla.

El señor del tiempo francés aquél por fin se ha salido con la suya: no hay verano. Ya no hay quien se pueda quejar de las altas temperaturas que no dejan ni respirar, ni de las noches sudorosas, o de los mosquitos chupópteros, o de los señores que van a las piscinas municipales a hacerse pis dentro de ellas. 

Porque ha llegado el puto frío. Lo cual significa que para salir a la calle tienes que embutirte en camiseta interior, camiseta térmica marca Quechua, camiseta de manga larga de Springfield que disimule que por debajo llevas tales horteradas, jersey, chaqueta con capucha, abrigo, palestina (que las bufandas son muy del siglo XX), gorrito peruano (el gorro de lana que te ha tejido tu abuela con todo su amor lo usa el perro como juguete sexual), orejeras, guantes sin dedos por debajo de guantes con dedos, medias de fútbol, bóxer sexy que nadie más que tú va a ver y que te queda estrecho y se te mete por la raja del culo, pantalón de pijama y por encima el pantalón de verdad, botas que pesan más que tres melones de los que vende el gitano de la esquina de tu calle, y paquetito de pañuelos que, llegado el caso de necesidad, no vas a ser capaz de manipular. Si nieva, la batalla de bolas de nieve no la vas a ganar, pero tampoco vas a salir herido porque vas más acolchado que la celda de un preso des asilo de Arkham.

Además, automáticamente te conviertes en una máquina de refill de mocos. Y Burguer King con su política de "llena tu vaso las veces que te dé la gana" está perdiendo un agujero del mercado en este sentido. Bueno, en realidad no, pero ahora te he inculcado un pensamiento asqueroso del cual no te vas a poder desprender. Jódete.

El puto frío trae consigo a su vez la navidad. En noviembre. Qué necesidad de estresarse tiene la gente con la navidad. Dejemos de hablar de navidad. Hablemos de dolores de espalda. Porque como hace puto frío, caminas encogido y tiritando, y eso afecta a los riñones y al líquido cefalorraquídeo, provocando intenso cansancio en lo que viene siendo la parte alta del culo, la parte baja del cuello, y extrañamente en los pectorales. Tal es mi obsesión por estos padecimientos lumbares que he llegado a soñar con que estaba ingresado para ser operado de urgencias porque el líquido de la médula se me había acumulado en un punto, por lo que un enfermero me insuflaba varias hostias secas en el sitio concreto para que se exparciera y así luego realizar una biopsia, seguida de una apertura en canal de toda la espalda y me libraran de tal cansancio de espalda. Que claro, yo no quería ser operado, que menuda cicatriz tan fea iba a quedarme, y que imagínate tú si la anestesia se mete por donde no se tiene que meter y me quedo parapléjico, vegetal o inútil como el rey. Pobrecito el rey, que no deja de caerse. Que además el hombre está en una edad de riesgo a la que el puto frío afecta severamente. No vaya a ser que coja un catarro algo fuerte y se nos muera. 

Quizá suene a locura, pero quizá le proponga matrimonio a la caldera. Unas duchas en modo sauna que me pego, que cuando salgo de ahí parece "Lluvia de estrellas" combinado con "Silent Hill", Bertín Osborne presentando a Piramid Head. Imagínatelo. Y las mantitas por la noche lo bien que te abrazan, que aquí tengo que reivindicar lo mucho que se echa de menos que tu cama la haga tu madre. Porque las madres tienen la habilidad de comprimir al vacío las mantas de la cama, y que cuando te acuestas y te arropas con ellas no te puedes mover. Que yo cuando duermo en una cama hecha por mi madre no es que no madrugue, es que me tiro 4 horas para conseguir librarme de la opresión mantil. 

Y bueno, que ya en julio vuelvo para quejarme del puto calor y echar de menos el invierno.

7 de noviembre de 2013

El juego del gallina.

Ahora que estudio Sociología (con mayúscula, que queda como más "superhéroe abierto de piernas y con brazos en jarra mirando al horizonte") he analizado milimétrica y empíricamente la razón de porqué no hay un estallido social. En concreto, las razones son dos. A saber:
  1. Porque no hay huevos.
  2. Porque aunque plantees la situación del "a que no hay huevos" a la sociedad, sigue sin haberlos.
Eso explicado en modo "tengo un máster". Os lo voy a explicar de modo que hasta alguien que aún vota al PSOE por convicción pueda entenderlo. Si habéis leído Historia más allá de los libros de texto de bachillerato, posiblemente os habréis parado alguna vez a indagar en la crisis de los misiles de Cuba. Y si no, os lo explico en dos patadas: resulta que durante la Guerra Fría murió mucha gente congelada la URSS y EEUU seguían un modus operandi en cuanto a lanzarse amenazas similar a la del juego del gallina. Los soviéticos decidieron instalar misiles nucleares en Cuba, lo que acojonó bastante a Kennedy. Los americanos lanzaron una amenaza como contraataque: si esos misiles llegaban a la zona de bloqueo que se había instaurado en la isla de Castro, lanzarían un ataque nuclear a sus oponentes desde Turquía, donde tenían armamento, también nuclear. A esta gente le iba eso, lo nuclear. Todos locos.

Estas estrategias no eran más que pasarse la pelota entre una superpotencia y otra, en un afán inmenso no solo por demostrar su capacidad militar y nuclear la una a la otra, sino de demostrar también su disposición a utilizarla, fueran las consecuencias las que fueran (ya fuesen éstas el fin de la humanidad), si llegaran a ver la necesidad de hacerlo. Al final, la URSS no metió misiles en Cuba. Por lo tanto, en el juego del gallina, el gallina (el que se retira del juego) fueron los soviéticos.

Retomemos con lo que decía al principio. Estudio Sociología y soy más listo que tú La lucha entre las clases dominantes y las clases bajas se basa necesariamente en un juego similar de hacer sentirse amenazado al oponente hasta límites insoportables, y, muy a nuestro pesar, vamos perdiendo por goleada. A los opresores, ya sean los Wert, Cospedal y compañía, o las grandes empresas, o los banqueros, o las fuerzas de la ley, o los colaboradores de Sálvame, no les damos ningún miedo. Porque estamos jugando muy mal al juego del gallina, que consiste en que gana el que en la amenaza de un choque frontal pierde el primero que se desvía de su trayectoria para evitar el impacto. 

Ya sea por temor a perder un puesto de trabajo, o a pasar la noche en el calabozo, ser agredido en una manifestación, por pereza, por decepción ante las circunstancias, o porque hoy juega el Madrid, el caso es que vamos perdiendo. En la crisis de los misiles, somos la URSS. Nuestras huelgas generales, aparte de pocas, apenas duran 24 horas, y nuestras protestas se quedan en salir muchos una tarde a pegar berridos a coro, quizá haciendo algunas pintadas y quemando algún contenedor. 

La solución a esto es única: seguir jugando al juego del gallina y no retirarse en la primera jugada. No hay otra. Hasta que no sea así, hasta que no sientan que nuestras amenazas son serias, que nuestra decisión por "lanzar nuestros misiles" es firme, se seguirán descojonando de nosotros.

4 de noviembre de 2013

Mis aventuras en PW XII: los hombres que se cabrean porque haces bien tu trabajo.

Hace mucho que no le dedico una entrada a ese maravilloso lugar donde trabajo lleno de sonrisas forzadas a base de grapas en la comisura de los labios, y ahora que ya he terminado por esta temporada (y no digo para siempre porque a ver de qué otro sitio me saco yo un contrato fijo-discontinuo) creo que es el momento para hacerlo. 

Como en todos los sitios, en mi trabajo tenemos visitantes de calidad, y tenemos visitantes de mierda. Pero la media se inclina más hacia una de las dos variantes. Suponed cual. Tenemos un selecto grupo de clientes que vienen, se resisten a pagar la entrada de sus niños, y te recriminan que debido a tal cobro no podrán comer a final de mes. Lo típico: "Ay, Manolo, este mes o comemos o nos dejamos el sueldo en un parque temático y no sé cuáles son mis prioridades". O que aprovechando la jugosa promoción del segundo día gratis, traen a su prima que el día anterior no pudo venir e intentan colarla. Sin entrada del día anterior, sin la pulsera que debe portar para demostrar la estancia,... "Pero tron, que te juro que ayer vino pero se le olvidó hacer lo del segundo día". Qué casualidad que le pidas fotos del día anterior y ella no salga en ninguna porque siempre hacía ella las fotos. O que la foto que finalmente me enseñe se la haya hecho junto a las taquillas de fuera, que te he visto, campeón.

Bien. Apretáos los huevos. Mi último ciclo en una atracción esta temporada fue grandioso. Pude ganarme reclamaciones y una paliza de unas veinte personas. ¿Sabéis eso de que todos los tontos se juntan? Pues ese día tuvimos más de 20000 visitantes, lo cual significa que de media esperarían unos 40 minutos para montar en cualquier cosa. Así que la paciencia de esta gente a última hora estaba mellada. Lo dicho: último ciclo del día. Cierro la puerta de la atracción y dejo en la zona de colas a la gente que había entrado antes de la hora del cierre para darles su vuelta. Además es que me quedo con sus caras para que nadie se cuele. Hasta ahí todo bien.

Llega el momento de dejarles pasar. Eran 12 o 13 personas. Justo estoy con los últimos, cuando una tropa de gente irrumpe en la zona de colas de repente.

"Chicos, está cerrada".

"La puerta estaba abierta".

"La puerta la he cerrado yo, y la atracción está cerrada".

"Pero si ellos van a montar".

"Porque han llegado antes del cierre, vosotros no". 

"Pero te van a quedar huecos libres".

"Pero habéis abierto una puerta que estaba cerrada, habéis dejado que la zona de colas se me vuelva a llenar, y ya no va a montar nadie más".

"Pues de aquí no nos vamos".

"Pues quedáos ahí".

Los chavales, al ver que no daba mi brazo a torcer, salieron fuera, y a través de la valla los más adultos me empezaron a preguntar de nuevo que porqué no montaban. Vuelta a explicar.  Los nervios suben. Empiezan a insultarme, poquito de momento. Eso significa que yo dejo de ser condescendiente y paso al modo "soy sueco, no te entiendo". Este modo le suele molestar bastante a la gente, así que empiezan las amenazas. Yo me doy la vuelta y preparo el ciclo como otro cualquiera, con la góndola medio vacía. Es más, he dejado pasar a cuatro personas que me lo habían pedido amablemente por la salida. Pero a los que estaban gritándome les ignoraba con una tranquilidad que debía resultarles desesperante.

"TE SUDA LOS HUEVOS, ¿NO? TE LOS SUDA", me gritaba el hombre más enfurecido de todos. Esto queda más gracioso si os digo que, como ha sido temporada de Halloween, toda esta gente decente e indignada estaba disfrazada de vampiros putas, zombies putas y putas putas.

Me metí en la cabina, pegada a la valla del público, y según estoy dando el ciclo, el hombre comenzó a golpear la puerta.

"ERES UN HIJO DE PUTA, ME CAGO EN TUS MUERTOS, EN TU MADRE". El ritmo entre sílaba tónica y golpe furioso en la puerta era para alabarle. "TE VOY A PONER UNA RECLAMACIÓN QUE TE VAS A CAGAR, TE VOY A DEJAR SIN TRABAJO, SUBNORMAL".

"Es mi último día de trabajo, caballero: póngame cuatro. En atención al cliente, por favor, donde hay aproximadamente una hora de espera para ser atendidos".

Y así he terminado la temporada. Triunfando.

30 de octubre de 2013

Los señores que exigen realidad a la ficción.

La ficción, bitches.
A ver, cariñitos míos, que os tomáis el cine más en serio que la propia realidad. Partamos de la base de que el cine, por muy realista que trate de ser, o por muy "basado en hechos reales" que esté, sigue siendo ficción. Dicho ésto, os señalo con un puntero láser, putos aplicadores de las leyes científicas a la ficción.

¿Vosotros no conocéis a esa gente que, por algún motivo, quizá una infancia sin amigos, pone tildes a cualquier separación de la realidad que tenga una película? ¿Y no os entran ganas de abofetearles hasta que les revientesn los ganglios? Porque a ver, hay gente, como tú y como yo (bueno, como yo no, porque yo soy dios) que tolera que en artes pictóricas aparezcan toros blancos que vuelan y raptan doncellas, que en una canción le digan que están lloviendo hombres o café en el campo, que un mimo no sea capaz de atravesar paredes que no existen, que en una obra de teatro hayan soliloquios de los que el resto del personajes no se enteran pese a estar al lado de quien lo pronuncia,... Pero luego van al cine y: ¡eso es imposible! ¡Eso no existe! ¡Eso no se lo cree nadie!

¡Anda y vete a tomar por culo, puto cansino!

Aprendamos una valiosa lección: las películas tienen su propia realidad. ¿Qué significa esto? Muy simple: al cine le importa tres cojones la realidad, y se fabrica un universo propio para que las historias que cuenta tengan verosimilitud dentro de él, no en el nuestro.

Me da igual que en Braveheart se pasen la historia por el forro, que en Gravity la estación espacial internacional y una estación espacial china se vean en el mismo plano visual, que en cualquier película de superhéroes se carguen cualquier ciudad con tres puñetazos, que en Star Wars se oigan los disparos lásers en el espacio o que Brad Pitt conserve su peinado perfecto en cualquier película. Mientras el universo ficticio lo sostenga, y no sea un fallo descomunal que desmorone la historia, el resto es contexto manipulable al antojo de los creativos para acercarnos a ella.

Os aseguro que se disfruta mucho más de cualquier tipo de cine cuando lo usas para pasar un rato entretenido y dejarte llevar por sus propuestas que cuando te pones a destripar los fallos de física, historia o de cualquier materia de nuestra realidad que tenga. En caso de que no estéis de acuerdo con esto pues mirad, hermosos, mejor dedicáos a ver cómo las hormigas realizan aprovisionamiento de comida para el invierno, que no solo es 100% realista, sino mucho más entretenido que cualquier película, dónde va a parar.

23 de octubre de 2013

El cine a 3€.

Ayer me convertí en unos de esos gorrones que se aprovecharon de la Fiesta del Cine, que este año está teniendo una acogida magnífica pese a que, si no me salen mal las cuentas, es el cuarto año consecutivo que se hace, y en sus anteriores ediciones no recuerdo tan tremenda repercusión. La conclusión más inmediata es bien simple de encontrar: el cine a 3€ atrae espectadores a las salas. Ahora metamos el dedo un poco más en el asunto.

El cine es caro. Pagar 9€ por un ticket sencillo es una pasada, y muchas salas pequeñas, y no tan pequeñas, se han visto obligadas a cerrar por ello debido a que a pocos les interesa ver una película en su medio natural teniendo alcance a ellas de forma inmediata y gratuita en cualquier rincón de internet. Ha sido promocionar tal evento, que las sesiones se agotaban incluso una hora antes de la sesión. Lo que no se veía desde "Titanic", vamos. Ahora bien, ¿si se mantuvieran los precios tan bajos, se mantendría a su vez tal cantidad de espectadores? No lo creo. Desde luego, el número de personas que regresarían a los cines sería importante, pero como ya he dicho en la primera línea del post, somos gorrones. No creo que el cine barato permanente llenara salas necesariamente. Que no digo que no haya que bajar los precios, ojo, pero tampoco soy tan ingenuo como para creer que eso hiciera que todos se volcaran a ver películas a chorrón en una sala comercial. Lo de ver salas llenas con el precio tan bajo ha ocurrido por ser un evento perecedero. El "oferta, oferta, señora, que me lo quitan de las manos" es una estrategia de márketing que sigue funcionando.

Que sí, que la experiencia demuestra que a la gente le sigue interesando el cine, y que los precios actuales son muy restrictivos. Habría que ver la afluencia media teniendo tales precios durante todo el año. Por otra parte, si te buscas las mañas no pagas más de 6€ por ir a ver una película. Ofertas hay por todas partes, al menos si eres de Madrid. Es lo mismo que te cuesta un cubata y menos de lo que te cuesta un menú de McDonalds. Otra cosa es que al precio del ticket le vayas sumando pijadas y complementos: que si el 3D (hasta ahora, solo he visto 2 películas por las que el juguete de Cameron haya valido realmente la pena), que si palomitas y bebida,... Si estás cambiando la idea original de ir al cine por la de ir a un parque temático, al final normal que te dejes 20€ en la tontería.

Por otra parte, no solo saco la parte positiva de abaratar el cine, también tiene sus inconvenientes. El más obvio: la gente no sabe comportarse cuando ve una película en otro lugar que no sea el salón de su casa. Atraer a todo el público significa dar cabida a gente que atiende el móvil en medio de la película, que se levanta sin ninguna preocupación por no tapar la pantalla, que habla, que chismorrea, que llega tarde y tarda minutos en encontrar sus butacas,... En definitiva, que molesta. Por lo tanto, lo de bajar tanto los precios sacrifica bastante comodidad, porque dudo mucho que la figura del acomodador que te echaba del cine si advertía que habían dejado pasar animales en vez de personas vuelva a aparecer. Otro inconveniente: tener que sacar la entrada con tanta anterioridad como si asistieses a un concierto de los Rolling Stones. Lo de hacer cola durante 45 minutos para que al final estén agotadas las entradas es una putada, me diréis que no.

En definitiva: el precio del cine tiene que bajar. ¿Cuánto? Lo suficiente para que no sea un lujo, ni más ni menos. ¿Quizá habría que distinguir precios entre películas de estreno, para evitar masificaciones de gorrones, y películas que superen la semana, cuyo precio fuera más barato, como se hace en otros países? Lo vería estupendérrimo. Y desde luego, abordar el tema de precios respecto al cine menos comercial y el cine nacional. Es un cine que pocos valoran para ver proyectado, por lo que es necesario darle un empuje para que espectadores de toda clase, y no solo gafapastas, culturetas, cinéfilos y gente que no pertenece al llamado "gran público" asista a ver estas películas.

15 de octubre de 2013

Hasta los cojones de la verdadera izquierda.

Soy de izquierdas, rojo, repúblicano, creo en el socialismo, en el comunismo, y creo en la lucha de clases. Y no hay nada que me toque más los cojones que los fanáticos de la izquierda. Porque considero que los pollos sin cabeza y los que tienen el brazo de madera están en la derecha. Pero resulta que no, que tontos hay en todas partes.

Resulta que si te opones a Cuba, a Venezuela o a Corea del Norte, eres parte del engranaje del sistema, eres un manipulador y no eres de la verdadera izquierda. Que sí, que muy bien que Cuba exporte médicos, que Venezuela expropie propiedades a bancos o empresas que hacen uso fraudulento de los recursos, o que Corea del Norte no tenga más armamento nuclear que cualquier otro país con potencial bélico. Perfecto. Cojonudo. Pero que yo sepa, la población cubana de a pie no tiene los lujos o calidad de vida que los Castro, o los venezolanos no tienen la misma cobertura sanitaria frente a un cáncer como la que tuvo Chávez, o nadie pudo arrebatar el liderazgo hereditario a Kim Jong-un. ¡Coño! ¡Qué comunismos tan raros, en cuyos líderes tienen privilegios que el resto de la población ni podría soñar! ¡Comunismos con jerarquías de poder! ¿Pero qué cojones?

No es que esté en contra de los gobiernos comunistas actuales. Simplemente estoy, a grandes rasgos, en contra de cualquier sistema de poder actual, pues si analizas cada uno de los gobiernos actuales todos ellos parecen tener superioridad jurídica, de derechos, de calidad de vida,... No sé, hay gente que por estas mismas cosas critica a Juán Carlos I, cosa que yo también hago. Pero lo hago con él y con todos esos campechanos mundiales que tienen los mismos beneficios a costa del alienamiento de sus pueblos.

Y me mantengo en mi postura: soy comunista. Pero también tengo dos dedos de frente. Los medios capitalistas manipulan la información. Pero ojito con los panfletos de nuestra propia izquierda, más cercanos a las octavillas que dan en misa que a un medio de información. Si la izquierda no progresa no es por el desacuerdo de las partes o porque la derecha capitalista y burócrata nos ponga constantemente la zancadilla. Es mucho más simple: tenemos una cantidad de falsos profetas que ni en el Antiguo Testamento, y nosotros les creemos, y aparte nos enemistamos entre nosotros por discrepancias tan simples como la ubicación de una coma en un texto estatutario.

Y mientras nosotros tenemos estas peleas "tan necesarias" para alcanzar el poder, y hablamos de gobiernos de los que tan solo sabemos por lo que leemos u oímos (ya cada uno deposita su fe en las comunicaciones que vea convenientes), el panorama se llena de gente sin empleo, niños sin calidad escolar o cobertura sanitaria suficiente, universitarios que no pueden costearse sus carreras, agresiones por cuestiones xenófobas u homofóbicas o mujeres víctimas del machismo. Todo eso a nivel global. Pero no nos preocupemos, que el problema es que la gente como yo ve agujeros en el socialismo actual.

9 de octubre de 2013

Adolescente etílico.

Recientemente se han cumplido 7 años desde que mi madre descubrió que yo era un borracho, debido a lo cual pillé un trauma que me mantuvo alejado del alcohol durante varios meses y al cual también le echo la culpa de que desde entonces me entre mareo en cuanto me bebo un par de copas o me obligan a coger botellines de más de los cubos de La Sureña.

Estos problemillas se deben no solo a aquella borrachera extrema. La verdad es que mi vecino y yo salíamos cada fin de semana con la esperanza de no repetir hazañas tales como quedarnos dormidos en un banco y ser despertados por los lametones de varios gatos o tener conversaciones con coches aparcados. Yo una vez discutí con una salida de emergencia. Si estando sobrio ya me imagino a los objetos teniendo vida propia, con alcohol en sangre no os lo queráis imaginar.

Mi grupo de amigos y yo solíamos frecuentar el único bar nocturno de rock de Fuenlabrada, el Karpanta, que no tendría más de 25 metros cuadrados, ponían la misma secuencia musical cada fin de semana, ya de madrugada se estrujaban unas 50 personas ahí dentro, y salías apestando a humo de tabaco y a kalimotxo. Nos empezamos a colar en ese garito siendo menores de edad y se convirtió en nuestro santuario del "¿qué hacemos esta noche? Pues no sé, vámonos al Karpanta, que hay oferta de 3 minis por 7€". En este sitio se liaron por primera vez mi vecino y su novia. Solían acabar con el cuello repleto de moratones, y ella solía pelearse con la diana electrónica cada vez que se le encendían las luces. A la máquina, digo. La cosa era tal que así: se liaban en el rincón de la diana, se emocionaban como solo los adolescentes pueden emocionarse al impregnarse de amor mutuo, la diana se encendía para decir a los clientes "eh, tíos, que estoy aquí, jugad un ratito conmigo, anda" y ella, después de succionarle la oreja a mi vecino, le daba dos puñetazos y tres patadas al grito de "¡QUE TE CALLES, ZORRA!". A mi vecino, chupetones violentos. A la máquina, violencia pura.

En el Karpanta también es donde mi vecino le vomitó encima a otro chaval y tuvimos que salir
corriendo por media Fuenlabrada. O donde mis amigas cogieron la afición de pintarme la raya de los ojos. También fue ahí donde, después de cenar y ya coger el puntillo con la sangría de un restaurante chino me enrrollé con la buenorra detrás de la que iban todos mis amigos. Luego ella resultó ser una lesbiana bastante femenina y yo un homosexual plumófobo. Sí, mi vida tiene estas cosas que no te pares a intentar comprender porque no se puede.

Más crecidito (iba a decir más maduro, pero tengo vecinas que siguen creyendo que voy al instituto) mis borracheras empezaron a desarrollarse en Madrid, donde desarrollé mi técnica de "si te quedas quieto, el T-Rex no te ve". Consiste en estar de botellón en la plaza del 2 de mayo o similares, que la rodeen varios coches de policía para hacer recaudación, y que todos los que no están acatando la ley salgan corriendo de allí, excepto tú, que te quedas plantado en el mismo sitio donde llevas hora y pico. En serio, te vuelves invisible con esta técnica, y en cambio varios de los que han huído acaban con una multa. También aprendí que Plaza de España tiene propiedades astromagnéticas para que la chavalería se emborrache bebiendo Malibú con piña. O que el templo de Debod se lo regalaron a Franco para que en el futuro se hiciesen ebrias orgías nocturnas homosexuales en él.

Y nada. Que llevo como un siglo sin beber y no es que lo eche de menos. Yo siempre me lo pasaba mejor cuando se emborrachaba el resto de mis amigos y yo me dedicaba a grabarles para luego chantajearles con difundirlo por internet. Aún no me explico cómo es posible que todavía no me hayan mandado a la mierda y sigan quejándose cada fin de semana si no puedo quedar con ellos.

1 de octubre de 2013

La paguita de fin de mes.

En la empresa donde trabajo tienen la costumbre de apuntillarte con la puntualidad, con la buena cara que tienes que poner constantemente y las buenas formas que debes mantener incluso en las peores circunstancias. Puntualidad, buena cara y buenas formas que se les olvida a la hora de pagar a sus empleados.

Sí, estoy muy cabreado y cagándome en la cúspide celestial porque aún no he cobrado, cuando las nóminas se cierran el día 20 de cada mes. Estamos a 1, lo que significa que llevan casi 2 semanas para hacer las gestiones pertinentes de pagos, cuando por cosas de convenios y otros papeles que nadie se lee tenemos que cobrar como muy tarde el último día del mes. Que igual es cosa mía, pero cuando tienes un contrato vinculante con una empresa, tu deber es realizar las tareas que se te encomiendan, mientras que lo recíproco es algo tan sencillo como que a cambio de tus labores físicas o intelectuales la empresa debe compensártelo con pagarte la nómina, algo, insisto, que parece que no les queda del todo claro. Que no es algo que yo pida porque se me haya antojado. Que es que lo pone en unos papeles muy importantes, parecidos a esos otros papeles a los que ellos recurren para poder sancionarte cuando la cagas. No se qué de la ley mercantil, o comercial, o empresarial.

Que igual la cosa va de que con el pago de la nómina quieren hacer honor a las personas que gestionan el asunto, y por eso va con retraso. Porque la empresa es así: una panda de incompetentes, trepas, pícaros, chupópteros, oportunistas y personajillos que hacen gala de unos amiguismos enfermizos y que venderían a los empleados que les llevan sacando el culo del agua durante años por un precio muy barato.

Esto me recuerda a aquella vez en que la gente se quejó por no haber cobrado puntualmente (es que la cosa no es novedad) y uno de los altos cargos de un importante departamento se dirigió a sus plebeyos de la siguiente manera: "quien esté trabajando en este sitio por el dinero es un miserable; aquí hay que trabajar por la ilusión y por la sonrisa de los niños". ¡Con dos cojones! ¡Sí, señor! ¡Ni el mismo William Wallace daría un discurso tan bravo para espolear a los que van a morir en la batalla! Si tanto os gusta la sonrisa de los niños, dejadles pasar gratis en vez de cobrarles 40€. Espera, creo que lo que estoy diciendo ahora lo llaman demagogia.

Y supongo que esta empresa no es la única en la que ocurren estas cosas. Y si una empresa se preocupa tan poco en cuidar a sus empleados, colateralmente se está despreocupando por sus clientes. Y el blucle sigue, y sigue, y sigue,...

18 de septiembre de 2013

Ser humano.

Acaba de ser celebrada la centenaria tradición de El Toro de la Vega, en Tordesillas. Pura cultura, a la altura del Réquiem de Mozart, por lo menos. Como todo buen hijo de vecino sabe, decenas de energúmenos y sádicos persiguiendo, humillando y lanceando al bicho por pura diversión no implica necesariamente que el toro sufra. Esto está científicamente demostrado por los santos cojones de sus participantes, que también defienden que si en su momento se hubiesen toreado a los dragones y a los unicornios se hubiese evitado su extinción.

Bueno, esto ocurre en la España profunda. En el resto del país la "fiesta nacional" se pone un poco más elegante y sueltan a las bestias, que son las que van engalanadas con traje de luces, a capear a los inocentes animales. Pero no somos una excepción en el mapa de las atrocidades que el ser humano comete con impunidad. Mientras varias tradiciones así siguen existiendo, el resto de la sociedad consiente.


En España tenemos tauromaquia. En Dinamarca existe la matanza de calderones, unos delfines de las Islas Feroe. En China y otros países asiáticos se cuecen perros hasta la muerte para luego venderlos en el mercado alimenticio. En Bulgaria existe la tradición del giro del perro, que consiste en atar al chucho a una cuerda y hacerle pasar girando por encima de un río helado. Las peleas de gallos en México, el salto del ganso a caballo en Chile, o los circos y zoos para disfrute del público son unos pocos ejemplos más a nivel internacional de lo que hacemos con el resto de las especies con las que tenemos que convivir en un planeta del cual hemos decidido apoderarnos.

Ya no hablemos de las lapidaciones a mujeres en Irán y países orientales, de la explotación infantil en Indonesia, de los niños bomba en Afganistán, la facilidad para portar un arma de cualquier tipo en EEUU por cualquier persona, la persecución y humillación a homosexuales en Rusia, la ablación del clítoris para niñas musulmanas,... Y a nivel medioambiental tenemos las feroces deforestaciones del Amazonas, las fugas de radiación en Japón, las contaminaciones de aguas en cualquier punto geográfico con agua, las quemas de caña de azúcar en Venezuela,...

Y así podría tirarme horas enumerando casos y casos de lo bien compenetrado que está el ser humano con todo cuanto le rodea. Luego todo lo disfrazamos de evolución, progreso y cultura, y ya nos quedamos más tranquilos. Matamos, crecemos y nos multiplicamos, cual virus.

8 de septiembre de 2013

Keep calm and carry on studying.

Después de haberme graduado en Imagen, de haber pasado por una escuela privada de cine, especializarme en Guión Cinematográfico, de conseguir el título de nivel intermedio de inglés, de comenzar y abandonar alemán, y de tener abierta la posibilidad de ser becario precario, llamadme perturbado, loco, nosabesdondecaertemuerto, o adicto: voy a hacer un grado de Sociología.

Es una carrera que quiero hacer desde que hice selectividad, más o menos cuando Madrid iba por primera vez de clara favorita e iba a arrasar entre los miembros del COI. Creo que mi constante es estudiar . Fuera de que hoy en día para sacarse una carrera hay que extirparse órganos y traficar con ellos en el mercado negro, no es que a mí me guste estudiar, es que al resto de la tropa le aborrece la idea de tocar un libro. Ya lo he dicho. Que sí, que lo suyo es estudiar para asegurarse un porvenir, tener un empleo bonito del que tu madre se sienta orgullosa y poder competir con tu vecino por ver cuál de los dos es capaz de mantener un nivel de vida más lejos de sus posibilidades.

Pero por una vez voy a llevarle la razón a Barney el dinosaurio: ¡disfrutemos aprendiendo! Tengo la firme y rigurosa máxima de que siempre hay que estar estudiando y aprendiendo algo. Lo que sea: economía, cine, historia de Mesopotamia, el sexo entre leucocitos, las mil recetas de Arguiñano,... Da igual. Estudia. Aprende. ¿Que por qué? Porque estimula; porque no es obligatorio y lo haces porque te da la gana; porque te hace sentir que no estas tirando tu tiempo a la basura; porque te hace sentir frustrado porque cómo coño vas a prepararte 500 hojas de apuntes para dentro de 10 días; porque puedes presumir de ser más listo o de saber más cosas que alguien; incluso con un poco de suerte tus nuevos aprendizajes te llevarán a tu futuro puesto de trabajo estable, bien remunerado, cómodo, utópico y sabesquenoexisteasíquedejadesoñar que tanto anhelas.

Y, ¿qué coño? Que dada la situación a la que nos han conducido en la cual estudiar te puede llevar a caer en lo más bajo y no estudiar te puede llevar a aspirar a puestos que jamás te planteaste, pues mira, aprendo por el simple placer de aprender. Y por frases como esta ha habido filósofos que se han ganado el derecho a caer en el examen de selectividad. Creo que esa va a ser mi nueva meta en la vida: dejar tal legado escrito que los futuros alumnos de bachillerato me odien por decir cosas carentes de sentido pero que dependan de sabérselas para poder aspirar a hacer una carrera que les obligue a hipotecar sus vidas.

27 de agosto de 2013

La cama.

La cama es el mejor invento de la historia. Y esto es irrebatible por el principio que rigen mis santos cojones. Que no son santos, pero me venía muy bien tal adjetivo porque qué énfasis, qué intensidad, qué empaque, qué provecho le estoy sacando al diccionario de sinónimos. Pues que quede claro que como la cama no ha habido ningún objeto inanimado de mayor utilidad para el ser humano estandar. 

Que la gente se flipa cuando se meten a hacer esas encuestas que luego resulta que a nadie le hacen, pero que ahí están, con sus estudios, sus estadísticas, sus porcentajes y sus no sabe/no contesta, y cuando les preguntan que cual es el mejor invento de la historia responden cosas como "el ordenador", "la televisión", "el bolígrafo", "la licuadora Ninja Magic Blender" o "eso que inventó Colón...¡América!". Que estáis jodidamente engañados todos, joder. Que todo eso son necedades, y que como la cama no hay, ni ha habido, ni habrá nada. 

También sirve para posar en pelotas y pasar a la historia por ello.
En la cama puedes, en idioma de abuela, ponerte a hacer tiquitiqui con el ordenador, o a ver por televisión cómo se meten de leches en una subasta de sótanos. Puedes leer. Puedes escribir. En la camas puedes comer, aunque luego se te llena de migas, pero admitamos que revolcarse uno mismo en su propia mierda es un completo placer no confesable. O puedes ver una película, escuchar música, colonizar el mundo jugando al Civilization II, insultar a Ana Botella, o manejar por control remoto un marco digital o mirar las musarañas. Que el día que descubráis el verdadero aspecto de una musaraña querréis volver al vientre materno. Tampoco nos olvidemos de todo ese tiempo que puedes pasar viendo caras en el gotelé mientras estás tumbado en la cama.

En una cama se folla. Que eso de hacerlo de pie o sobre la encimera o en la bañera o asomándote por la ventana queda que te cagas en el cine, pero que a efectos prácticos acabas en un hospital con cosas insertadas en tus orificios y diciéndole a la enfermera que estabas practicando jardinería pero que como eres amateur hiciste mal la mezcla de un ficus con el lubricante de sabor a piña colada. Aparte, en la cama puedes jugar, hacer una pelea de almohadas, saltar sobre ella, sufrir de pérdidas de orina cuando llegues a adulto o mearte en ella tengas la edad que tengas. En la cama puedes pelearte con tu perro, o hacer el amor con tu perro. Bueno, cada uno tiene la enfermedad sexual que le da la gana. Tan útil y práctica es que en una cama te puedes incluso morir.

Y si dispones del tiempo suficiente, puedes usar la cama para dormir. O me váis a decir que una Black & Decker con 100 usos diferentes te sirve para echar una cabezadita. Como mucho te sirve para que los vecinos te despierten a las 8 de la mañana porque han decidido poner estanterías nuevas.

5 de julio de 2013

Madrid VS Barcelona


Aprovechando mi visita a Barcelona por unos asuntos turbios sobre la secta a la que pertenezco y que quiere dominar el mundo... Vale, era por vacaciones. Es que "he hecho una escapadita a Barcelona" suena tan a vosotros con vuestras vulgares vidas... Bueno, que voy a finiquitar el eterno y conflictivo debate acerca de cual de las dos es mejor haciendo una comparativa.

  1. En Barcelona es tradicional cruzar la calle sin mirar y cuando los semáforos estén en rojo. Los conductores a lo sumo te dan un toquecito de claxón con una expresión tal que "oye, jovencito intrépido, te podrías lastimar si sigues con esa conducta". En Madrid olvídate de cruzar en rojo. Los conductores acelerarán, serás atropellado por 16 coches, tres autobuses, 7 taxis, una ballena, un vagón de metro que va con retraso, 3 hombres que compran oro y uno que profetiza el fin del mundo. Además, se asomarán por la ventanilla gritando "TU PUTA MADRE".
  2. En Barcelona las calles son tan anchas que algunas pertenecen a tres barrios a la vez. Puedes trasladarte haciendo la croqueta, que nadie entorpecerá tu camino. En Madrid para recorrerte la puta Gran Vía tendrás que pararte más veces que en un Final Fantasy a la hora de enfrentarte a monstruos. 
  3. En Barcelona tienen una catedral gótica, otra en plan "es rara y está a medio hacer, pero la Estrella de la muerte también estaba así", Park Güell, una torre consolador con la que te puedes hacer una foto en plan "mi pene es magnífico", un puerto, una playa con ingleses y alemanes quemados,... En Madrid está la Almudena, cuatro torres que desentonan, el Retiro, el Manzanares, dos torres torcidas con las que te puedes hacer fotos en plan "las estoy sosteniendo y con esta pose parezco gilipollas", un reloj...
  4. En Madrid la gente va estresada por la calle. Todo son prisas, agobios, y cuando te quieres dar cuenta estás metido en una competición por ver quién ocupa más en la calle y quién adelanta a quién. En Barcelona la gente va a su aire, con una tranquilidad y parsimonia que solo les falta ir proclamando "os traemos la paz". 
  5. En Madrid la gente corre para coger el metro. Cuando me refiero a "correr para coger el metro" quiero decir que cualquiera te arrojará a las vías si con eso consigue penetrar en él. Además, date con un canto en los dientes si esperas menos de 6 minutos para el siguiente tren. En Barcelona da igual perderlo. Está saliendo el metro de la estación y ya hay un cartelito en el que pone "próximo tren en 2:34 minutos". CON SEGUNDOS INCLUÍDOS. Y esa anchura de vagones que deja en ridículo a la anchura de caderas de Adele me ha dejado anoda...adona...anodi...perplejo. Pero el de Madrid cierra a las 2. Te comes sobacos. Pero cierra a las 2.
  6. En Barcelona están Norma Cómics, la tienda de Gigamesh, un Workshop Center, otra tienda frikie cuyo nombre no recuerdo, en la misma calle. En Madrid tienes la calle Luna, que no está mal, pero tampoco es para decir que es la polla de san Benito.
  7. Los chinos de Madrid serán pesados con su "celvesa un eulo", pero en calidad/precio nadie les gana. En Barcelona están los pakis, que por una lata de cocacola te cobran un euro con veinte o más, y como se creen que eres guiri te intentan timar. Y sin serlo, te timan.
  8. En Barcelona te atienden en inglés, alemán, chino, portugués, suajili, cayetanodealba y francés en cualquier lugar turístico. En Madrid, si eres extranjero, te dirán "SIGUE DE FRENTE, TU THE FRONT, Y LUEGO TODO RECTO, OLL RECT, LLEGAS AL PRADO, GOU TU THE PRADEISION MUSEUM, Y YA ESTÁ, IS FINIQUITEISION".
  9. En Madrid vas paseando y los edificios que ves, bueno, no están mal. Arquitectura correcta, a veces bonita, que parece que quiere decirte "estamos en el siglo XXI, y ahora en el siglo de oro". Todo parece pensado por arquitectos a los que sus padres les echaron un cable para entrar en la universidad privada. En Barcelona te encuentras edificios que te llevan a preguntarte "¿quién vive ahí: Legolas?". Todo muy fantástico y producto de gente que se droga mientras se saca la carrera de arquitectura.
  10. En Barcelona te dan un tatuaje gratis con tu certificado de residencia. Vamos, todo el mundo lleva algo en la piel, y lo ven bien. ¿Que trabajas de cara al público y llevas un dragón en el brazo? Me suda el pito, ¿sabes? En Madrid llevas un tatuaje y pasas a ser un piojoso que no tendrá acceso laboral ni para barrer meados.
  11. La definitiva, muy de cosecha propia: en Barcelona tienes cerca Salou con Port Aventura, que hace un año inauguró Shambala. En Madrid tienes cerca San Martín de la Vega y Parque Warner, que acaba de inaugurar...una academia de avioncitos de los Baby Looney Tunes.
Paso de puntuar. Sacad vuestras propias conlusio¡¡¡QUIERO IRME A VIVIR A BARCELONA!!!nes.

22 de junio de 2013

Man of Steel.

Título original: Man of Steel
Director: Zack Snyder
Nacionalidad: EEUU
Duración: 143 minutos
Año: 2013
Reparto: Henry Cavill, Amy Adams, Russel Crowe, Michael Shannon, Kevin Costner, Lurence Fishburne,...
Género: Acción

Sinopsis:  Clark Kent es un joven que posee poderes sobrehumanos. Cuando era un niño, fue enviado a la Tierra desde Krypton, un lejano planeta muy avanzado tecnológicamente. Educado en los valores de sus padres adoptivos, llega a la conclusión de que esos poderes le exigen grandes responsabilidades. No duda entonces en transformarse en Supermán, el Hombre de Acero, para proteger no sólo a los que quiere, sino también para representar una esperanza para el mundo. 
Nota: 9
Crítica: La fórmula "Batman Begins" funciona. En esta ocasión, simplemente había que alejarse del hiperrealismo del caballero oscuro y dejarse llevar de manera natural por la fantasía que el universo del hombre de mañana impone. El resultado es una aventura seria consigo misma, emocionante, que se aleja de toda la ingenuidad infantil que hasta ahora había caracterizado en el cine al personaje, que no repara en escenas de acción y explosiones cuando son necesarias, y sobre todo muy entretenida, algo fundamental puesto que, no lo olvidemos, estamos en el terreno del cine superheroico. Que nadie busque a Coppola o a Scorsese donde no pintan nada.


Esto es terreno de Nolan, del que se aprecia muchísima influencia en la primera mitad del film en el que se va desglosando el origen del héroe, explicado de manera hábil y sencilla, y de Snyder, que da rienda suelta a todo su poderío e imaginario visual a todo el film. Ya desde el principio cobran un gran peso los personajes de Jor-El y Jonathan Kent, padres biólogico y adoptivo respectivamente de la criatura, lográndose que ninguno pise al otro, algo que no lograba el Superman del 78, donde Marlon Brando era el rey de la función en este apartado. 
Respecto a aquella versión, el héroe también gana una cosa: humanidad, lograda con dotar al héroe de debilidades que van más allá de tener que salvar a los infortunados seres humanos de turno o de ser atacado con kryptonita. Este Superman aún está conociéndose a sí mismo, está sometido a la dualidad de la fina línea que separa al bien del mal, en ningún momento intenta dar una lección moral al espectador y, pese a ser muy consciente de su origen mesianico, se desprende de toda invulnerabilidad que se supone corresponde a un ser divino. Tiene ira, tiene dudas, tiene impotencia. En definitiva, es humano.


Henry Cavill tiene empatía, energía, físico y elegancia. Muy correcto. Pero entre el elenco hay que destacar a Zod, un villano capacitado para hacer sudar sangre a Kal-El, interpretado por un soberbio Michael Shannon, y a Lois Lane, una Amy Adams que capta la intrepidez de la reportera y deja atrás la imagen de chica en apuros. Ella es madura, graciosa y capaz de valerse por sí misma sin necesidad de que el chico bueno esté constantemente sacándole de apuros. Por otro lado, la banda sonora de Hans Zimmer logra que no se eche de menos a la cásica fanfarria de John Williams, y solo por eso tiene mérito sobrado.


Está claro que Warner pretende hacer franquicia de esto. Les ha salido muy bien la jugada, han cumplido el objetivo de renovar al hombre de acero y ahora se estarán frotando las manos. Consejo: prudencia. Esto no es Batman Begins, la cual pisaba terreno sin explorar. No es una saga a la que haya que dotar de esa complejidad, no la pide, y debería tener una evolución que tenga muy en cuenta lo que tiene entre manos: un personaje que vela por la humanidad pero capaz de destrozar una ciudad entera en apenas unos segundos. Y eso es lo que debe ser Superman: algo demoledor.


17 de junio de 2013

Crisis.

¿Crisis? ¿Qué crisis? Pues la que he tenido durante el último mes. Los genios somos así, tenemos más subidas, bajadas y cambios bruscos de dirección que una montaña rusa (ojito a la metáfora, que he estado reflexionando sobre ella durante un buen rato). 

Resulta que ahora he terminado la carrera y voy a tener un título en el que pone "resulta que este muchacho sabe de cine y es capaz de escribir guiones tope profesionales". Tengo un vacío existencial, una descomposición interior,... No estoy hablando de tener ganas de cagar, sino de qué hago ahora yo con mi vida. O sea, estoy como Frodo cuando Gandalf se friega a leches con el Balrog, como Arya Stark cuando a su padre le toman la medida del nudo de la corbata. Sin guía, sin nadie que me diga por dónde ir, qué es lo correcto y cada cuánto tiempo es recomendable cambiarse de calzoncillos.

Durante esta crisis varios pensamientos drásticos han cruzado mi genial pero fragil mente. Uno de ellos fue cerrar el blog, darle carpetazo, finiquitarlo, mandarlo a tomar por culo. Aquí he volcado durante la tira de tiempo cada cosa que me apetece escribir, es mi cajón desastre en el que digo todo lo que pienso, ya sea sobre política y sociedad, sobre cine, sobre cosas absurdas, o sobre mí mismo. Este blog podría ser un Horrocrux para mí si tuviese que dividir en piezas mi alma. También pensé en abandonar twitter, o al menos de cambiarme de cuenta. Si sigo aquí es porque he desechado esas ideas, ya podéis dejar de llorar.

Admito que he sufrido ansiedad e inquietud por el futuro. Luego recordé que soy un genio, y que como tal sabré qué hay que hacer en el momento adecuado. Luego leí que Bécquer murió pobre y Lorca fusilado. Y no me ayuda nada el hecho de que lleve varias temporadas trabajando en un parque de atracciones del que lo único que obtengo son broncas, climatología extrema y una cada vez mayor carencia de fe en el ser humano. En serio, estoy desperdiciando mi talento y mi belleza natural en ese sitio. 

Pero venga, vale, pensaré en positivo. Si Rajoy ha logrado ser presidente y Álex Ubago número 1 en Los 40 principales, ¿qué no puedo lograr yo? ¿Eh? ¿EH? En serio, quiero morirme. Qué desolación.

10 de junio de 2013

Entrevista con el vamp...digo, con el demonio.

Tíos, no os vais a creer lo que me ocurrió hace poco. O hace meses, no sé. Bueno, pues lo que ocurrió fue lo siguiente:

- Hola, Maiden, soy Satán.

¿Qué? ¿A que estáis flipando? Sí, lo sé. Mi vida es así, rodeada de personajes bíblicos. Bueno, pues eso, que estaba yo en mi habitación y...

- Hola, Maiden, soy Satán.
- ¡¡¡Coooooñññoo!!!
- Procura mantener la calma, que desde lo de aquella película me he ganado mala fama y procuro ser discreto.
- Espera, espera,... Es que me pillas pasándome una misión del Red Dead Redemption. ¿Te vendría muy mal pasarte por aquí dentro de media hora?
- Maiden, que soy Satán, que yo no me aparezco a la gente así como así.
- Si te pilla mal dentro de media hora, lo dejamos para mañana.
- Bueno, ya si eso el lunes, que mañana es domingo y tengo que hacer llorar a la estatua de una virgen en un pueblo de Soria.

Al final quedamos el miércoles.

- Hola, Maiden. ¿Podemos hablar ya?
- ¿Y tú quién eres?
- Soy Satán. Me presenté hace unos días.
- ¡Ah, coño! Coge una silla y siéntate en el suelo, por favor.
- Prefiero estar de pie, gracias.
- Oye, espera. No tienes pinta de Satán.

Esto es verdad. Yo a Satán me lo imaginaba como Jack Nicholson, y ni por asomo. El diablo, así a primera vista, decepcionante. Os lo digo yo.

- ¿Y qué pinta se supone que debería tener? - preguntó.
- Como Jack Nicholson.
- Pues te jodes.
- Deberías cambiar de asesor de imagen.
- ¿Tú crees?
- Desde luego. En una escala de caquita de conejo a mierda de caballo, te quedas en boñiga de yorkshire como imagen efectiva de Satán.
- Pero es que mi asesor es sobrino de Ana Botella, que no tenía dónde caerse muerto y por hacerle un favor, le di un puestecito.
- Yo te lo digo como amigo.
- ¿Tú sabes lo pesada que se pone esa gente con lo de dar puestecitos a sus familiares y amigos? Quita, quita, mejor me quedo con él, que a ver quién es el guapo que aguanta a esa mujer si se enterara de que le he despedido.
- Tú verás...
- Bueno, que yo venía a hablarte acerca de...
- Oye, ¿y me vas a conceder tres deseos o cómo va la cosa?
- Eeeem... No, creo que te equivocas...
- Vale, como primer deseo quiero un plato de macarrones con salsa carbonara y queso cheddar fundido.
- Que yo no concedo deseos, chaval. Y, ¿en serio si te dieran la oportunidad de darte tres deseos pedirías eso?
- ¿Acaso hay mejor comida en el mundo?
- La lasaña, se me ocurre.
- Bueno, eso está por debatir. ¿Y si no vas a concederme tres deseos, a qué cojones has venido?
- Verás, quería hablarte acerca de... ¡Oh, mierda! Alguien ha puesto del revés un disco de Led Zeppelin en Utah, y las leyes satánicas me obligan a asistir a las invocaciones. Que ya hablamos mañana, si eso.
- Aquí estaré.

Tal como Satán dijo, resulta que no hablamos al día siguiente, sino un días más tarde de lo esperado.

- A ver, Maiden, finiquitemos este asunto de una vez por todas. Es importante lo que tengo que decirte.
- ¡Rápido! ¡La capital de Brasil!
- ¿Qué?
- ¡Que me digas la capital de Brasil, que yo geografía la aprobaba con chuletas!
- Eeeem... Brasilia, ¿por?
- El triviados, que estoy picado con un amigo que siempre me gana.
- Maiden, siempre pierdes a todo.
- Pero no esta vez... NO ESTA VEZ. MUAHAHAHAHA -tos- -tos- -más tos- -sangre- -tos-
- ¿Estás bien? A poca gente le sale bien ese tipo de risa. Me acuerdo cuando era joven, de aquellos tiempos en los que iba tentando con manzanas prohibidas a señoritas en pelotas. ¡Qué gran risa me salía! Tendrías que oirla.
- A ver, hazla.
- Me temo que he perdido aptitudes.
- Yo creo en ti. Hazla.
- Es que así, sin prepararla...
- Porfa...
- Me da un poco de vergüenza...
- Porfa...
- Bueno... Venga, va. Atento... ¡¡¡¡MUAHAHAHAHAHAHAHAHAHAHA MUAHAHAHAHA MUAHAHAHAHAHAHA MUAHAHAHA!!!!

- ¡¡¡Niño, baja el volúmen de eso!!! - gritó mi madre desde el salón.

- Increíble - juzgué-. Bueno, ¿qué era eso tan importante que me tenías que decir?
- ¿El qué?
- No sé, decías que venías porque tenías que decirme algo importante, o algo sobre tres deseos, o qué se yo.
- Pues me pillas en blanco, ¿eh?
- Creo que sí, que era algo sobre tres deseos o algo así.
- ¿Tú crees?
- Estoy segurísimo.
- Si tú lo dices...
- Como primer deseo, dame unos macarrones con salsa carbonara y queso cheddar fundido.

Y así es como conocí a Satán. No le he vuelto a ver, pero porque no he tenido tiempo, que las misiones del Red Dead Redemption no se pasan solas, ¿sabéis?

5 de junio de 2013

Quiero trabajar para el Gran Wyoming.

Que sí, que vale, que en realidad lo que quiero es escribir guiones para cine y recibir montañas de dinero y premios por ello y que me reconozcan por la calle y la gente me pida que les firme un autógrafo en las tetas.

La cuestión es que en mi vida han ocurrido dos cosas trascendentales en los últimos meses. La primera, la asignatura de Guión de no ficción. No tenéis ni la más remota idea de la de genialidades que se pueden hacer en televisión camufladas bajo el marco de la telebasura a la que estamos sometidos, la de mensajes positivos y de "rebeldía" que puedes mandar a la audiencia en un reality, en un late night show o en el programa de Ana Rosa. Mira que era una cosa que no me llamaba en absoluto la atención, y más tras mi experiencia en las prácticas que hice en TVE donde aprendí a hacer sudokus y a evitar por los pasillos a Anne Igartiburu porque a los becarios nos miraba mal. Pero es que desde la primera clase ya salí entusiasmado queriendo hacer guiones para alguna productora privada, que la televisión -ejem- pública, aparte de casposa, es aburrida.

La segunda cosa trascendental fue la visita a "El Intermedio". ¿Qué os voy a decir? ¿Veis cómo es Wyoming en la tele? ¡Pues en persona es igual!

"Tengo la voz un tanto delicada por el fin de semana. Así es mi vida, estoy deseando que llegue el lunes para trabajar y poder descansar." Así se nos presentó. Un crack, lo que os digo. Pudimos disfrutar poco de él, que el hombre llevaba prisas. Algo más de tiempo pudimos charlar mis compañeros y yo con Thais Villas, quien nos dijo que hay ¡15 guionistas! en el programa, y que gracias a ellos se le pueden parar los pies al presentador. "Si no fuera por ellos, se ponía a hablar y te completaba los 50 minutos de programa él solito, que a este hombre le das cuerda y no para", nos decía.

Ya me pasa la mano sobre el hombro, en plan confi, tío.
Así que queridos Reyes Magos, para este año ya lo tengo decidido: quiero ser guionista de Wyoming. ¿Ponerme a soltar chistes en una sala con 15 tíos y tías para confeccionarle un programa? ¿Dónde hay que firmar?

29 de mayo de 2013

El guion cinematográfico VIII: personajes y diálogos.

El vehículo del que se vale el guionista para narrar, experimentar e identificar las historias es el personaje. El personaje es la acción, y se define más con lo que hace que con lo que dice. Se dice que cada personaje tiene atribuidas una serie de acciones específicas (acciones que le identifican).


A un personaje hay que dotarle de varias cosas: una necesidad dramática en primer lugar; de obstáculos para que la narración tenga interés; de un punto de vista del mundo en el que vive, que tiene que ver fundamentalmente con su educación y con su ideología. Un buen personaje es la dramatización de un punto de vista sólido y bien definido.

Un personaje debe de tener cambio. Es una condición necesaria en los buenos personajes, supone que su línea argumental no sea la misma durante todo el guion. Es posible que el personaje tenga una trayectoria circular y termine en el mismo punto del que ha partido, por lo que lo que cambia es el marco. Hay que saber qué hará cambiar al personaje, de dónde viene esa alteración y su necesidad de evolucionar o de ser otro. No todos los personajes necesitan cambiar, o al menos no de la misma manera.

Para construir un personaje podemos acercarnos a una idea metódica, o mediante intuición, pero no hay una sola forma de averiguar las claves para formar la historia, cada guionista busca la suya. Para formar un personaje es necesario desear que exista y conocerlo profundamente. El personaje debe ser funcional a la historia, verosímil, adecuado, uniforme, siendo siempre el mismo pese a sus contradicciones internas. Si tiene peso en la trama, debe evolucionar.

Aunque se definen por sus acciones, los personajes también se vale del diálogo, el cual elimina la voz del narrador en introduce voz en ellos, dotándoles de una identificación. Los personajes expresan lo que no pueden decir de otra manera; siempre que se pueda encontrar un recurso cinematográfico que pueda darnos información reveladora de los personajes, se evitará el diálogo. Hay que buscar la forma de hablar de los personajes ya que nadie habla igual, por lo que la intuición es clave en este aspecto. El diálogo debe ser siempre necesario y debe servir para hacer progresar la trama. Si no aporta nada o es superfluo, el diálogo es prescindible.

Un buen diálogo tiene naturalidad (no resulta forzado y es creíble, no necesita ser brillante), fluidez (con un ritmo propio), coherencia (debe pertenecer al personaje que lo habla y tiene que ver con su estado emocional), poder de sugerencia (abre incógnitas y evita la obviedad), verismo, interacción (lo que un personaje diga condiciona la respuesta del otro) y continuidad.

El diálogo caracteriza al personaje y le muestra como una entidad completa, pero no reproduce la realidad. Debe ser limpio en ese sentido, puesto que nosotros hablamos con exceso de información en nuestra vida cotidiana, y eso en la ficción no funciona y la vuelve aburrida.

24 de mayo de 2013

Evolución hacia atrás.

"En su guerra por conquistar el espacio, EEUU invirtió millones de dólares en inventar un bolígrafo a cuya tinta no le afectara la ingravidez; la URSS usó el lápiz."
Me encanta hablar del ser humano como si yo perteneciera a la cadena de los paquidermos, pero no, todo indica que soy un homínido. Y hoy, niños y niñas, si os habéis fijado he encabezado el post con una frase que habla de algo que ocurrió de verdad. En efecto, hubo investigaciones, rompeduras de cabeza, inversiones de mucho dinero, trastornos mentales, recelos megalomaniacos y MUERTOS (en realidad no, pero poner MUERTOS en mayúscula le da al asunto un toque dramático inesperado para el espectador, o sea vosotros, queridos niños) para inventar un dispositivo cuya función ya subsanaba algo que ya existía y cuya producción y funcionamiento son más simples que el mecanismo de un lapicero. Espera, que eso no me sirve porque como estoy hablando de objetos usados para escribir, como que me repito. Diré mejor "más simple que el mecanismo de un ambientador olor a pino de los que se cuelgan del espejo retrovisor de cualquier coche unifamiliar estándar". Ea, así mucho mejor, dónde va a parar.

Todo esto para, como decía, ponerme a hablar un ratito sobre la asombrosa, fantástica, maravillosa y singular absurdez de la evolución del mono. Vale que experimentando y siendo ambiciosos hemos logrado grandes cosas, como por ejemplo ponerle un palo a un caramelo e inventar el chupachups, todo un logro. Lo que ocurre es que no siempre experimentamos en el sentido correcto y logramos algo tan útil como la famosa chuchería; la mayoría de las veces la tecnología evoluciona pero hacia atrás.

Podría decir que la tecnología involuciona.

PUES NO. Evoluciona hacia atrás, he dicho. Porque evoluciona fabricando gadgets que antes no podíamos ni imaginar (a no ser que seas Kubrick, que entonces ya lo habías imaginado, masticado, digerido, defecado y apareado con ellos no una ni dos, sino hasta tres veces), pero que no es que no pudiéramos imaginar porque "oh, ¿quién lo hubiese imaginado?" sino porque ese gadget ya existía antes, pero era más sencillo, más barato, quizá menos bonito, quizá menos llamativo y quizá menos cool, y que dices "está bien como está", hasta que llega alguno y le da por rizar el rizo cuando lo que quieres es un alisado japonés. Pero vamos, que hacía lo mismo que el nuevo gadget tan estupendo, tan lleno de colorines y tan de moda que si no lo tienes considérate un dinosaurio, seguramente por menos dinero.

Ocurre en todas las facetas del mundo humano: en la ropa, en cualquier utensilio, en la comida (niños, que no os engañen, la leche ya llevaba calcio antes de que a alguien se le ocurriera sacar al mercado LA LECHE CON CALCIO), en los videojuegos, incluso en la política.

¿En la política?

Sí, niños en la política. Porque "no somos ni de izquierdas ni de derechas, sino que somos los de abajo y vamos a por los de arriba" lo que quiere decir es "somos de izquierdas, pero no tenemos ni puta idea de que somos de izquierdas, y como decir que somos gilipollas suena poco comercial pues hemos inventado este lema que es bastante chulo". Lo que os digo, niños, evolución hacia atrás. Al menos salen a la calle, que es un paso.

Me obligáis a poner estas fotos y os odio por ello.
En nuestra eterna búsqueda del sueño americano (de la América de arriba, me refiero, que el sueño de la América de abajo, la de las repúblicas bananeras comunistas maoistas nazis, es el de esclavizar a la humanidad colocando infiltrados en atención al cliente de las operadoras telefónicas) hemos conseguido hacer complicado lo simple, hemos afeado lo que ya era bello en un intento desesperado por embellecerlo más de la cuenta, o damos por inútil a todo aquello que no le dé ese toque fashion que le buscamos a todo, aunque aquello pueda resultarnos más útil que el cagar tras diez días sin visitar el baño. ¿Señores que saben manipular organismos y tecnologías complejos para conseguir así remedios? ¡Coloquémosles haciendo hamburguesas! O mejor aún... ¡que emigren! Espera, espera, que se me ocurre algo aún mejor... ¡dadles numerito en el INEM que aún queda hueco!

A lo que iba. Que el nuevo dispositivo móvil Nokia Galaxy S-Apple III 1/2 es igual que la anterior versión y lo único que cambia es el 1/2.

Pero el 1/2 escrito en la carcasa es nuevo.

Ah, pues sí. Pues quizá tengáis razón y merezca la pena hacerse con uno. ¡Qué demonios! ¡Ponedme cuatro, que así tengo de repuesto para cuando se rompan sus pantallas a la primera hostia contra el suelo!

22 de mayo de 2013

Stoker.

Título original: Stoker
Director: Park Chan-wook
Nacionalidad: EEUU
Duración: 98 minutos
Año: 2013
Reparto: Mia Wasikowska, Matthew Goode, Nicole Kidman,...
Género: Intriga

 

Sinopsis: Al perder a su padre en un trágico accidente el día de su 18 cumpleaños, la vida de India se hace añicos. Cuando aparece por sorpresa su tío Charlie, decide hacerse cargo de ella y de su inestable madre.

Nota: 9

Crítica: Con un pycho drama de belleza salvaje y de perturbadora tensión irrumpe el director de "Oldboy" en Hollywood. Para los que ya le conocen por su trilogía de la venganza, no se extrañarán al encontrarse con una producción hostil y elegante, que nos habla de un viaje terrible e inquietante, de un drama familiar enfermo y nihilista, sensacionalista y verosimil. 
A la película le amparan las formas. El complejo ejercicio de fotografía y de cámara que se le presenta al espectador hipnotiza desde el minuto 1, y cada plano es un regalo para los ojos, sin despreciar el bloque del sonido, al que se le ha prestado mucha atención y que deja en evidencia lo mal acostumbrado que está el oído occidental y lo mucho que se le puede sacar partido. 
El realizador coreano no se queda ahí, en una simple exposición del envoltorio, sino que al revelar el interior del paquete, como los paquetes de regalos que va recibiendo su protagonista, nos descubre una historia inquietante, una narración de pulso firme, que se descubre con un ritmo pausado para finalmente azotar al espectador sin piedad y para finalmente hacer lo que mejor se le da: turbar. Tan bien lo conjuga todo que la previsibilidad de su desenlace no es que sea perdonable, es que es justificable. 
La atmósfera juega con una erótica claustrofóbica y se vale de tres actores en estado de gracia y rigurosamente dirigidos, de tintes de terror gótico y de una formalidad clásica. Mucho cuidado con toda la semiótica que desprende y de todas las posibles dobles (y triples) lecturas que escupen tanto sus imágenes como sus escuetos pero significativos diálogos.


"Stoker" es trigonometría pura, es un film donde nada está fuera de lugar, es electricidad, es un cuadro con una composición aritmética perfecta, y que no deja cabida a la indiferencia.