Seguidores

13 de diciembre de 2012

El guion cinematográfico II: la idea.

Un guion hay que empezarlo con una idea (soy un genio de la obviedad). Venga, para complicarlo un poco más. La idea es la base desde la que se parte y para la que hay que tener en cuenta a qué tipo de público va destinada. Recordad, buscamos una catarsis, y la idea necesita de ella.

Hay infinitas fuentes de ideas, básicamente todo aquello susceptible de generar un planteamiento, un nudo y un desenlace: una historia que ya existe bajo otra forma, un tema, un personaje histórico (o no histórico), una idea sacada de la experiencia propia o ajena,...

La idea hace destilar un mensaje, y no al revés. La razón de esto es que si introducimos con excesiva consciencia un mensaje en la historia, estamos haciendo propaganda con ella. Que si trabajas para Hitler te puede valer, pero vamos a suponer que no trabajamos para fines políticos.

Ahora bien, teniendo en cuenta que todas las situaciones dramáticas y todos los personajes están ya explorados (hay libros por ahí de argumentos universales muy bueno, os recomiendo especialmente "El héroe de las 1000 caras"), la originalidad no es tanto el hecho de entrar en una historia nueva, sino de contar esa historia ya contada bajo nuestra mirada concreta. La originalidad no radica en el qué, sino en el cómo. La calidad de una historia depende de las buenas preguntas que le hagamos a esa historia.

Luego también hay que tener en cuenta que si escribimos algo con fines comerciales, porque escribir un guion para dejarlo guardado en un cajón es igual a no haber escrito nada. Así que debemos ser conscientes de para qué industria estamos escribiendo, lo que viene siendo las posibilidades de que lo que estamos escribiendo tenga posibilidades de venta, vamos. De nada sirve escribir un excelente guion si nadie va a afrontar un presupuesto que lo lleve a cabo. Un guionista siempre tiene un poco de puta, tiene que ser analítico y saber qué puede interesar al público, que tiene un carácter indómito, para que tenga éxito.

Pero eso sí, cuidado con las modas. Son algo profundamente peligroso. No podemos estar escribiendo algo simplemente porque esté de moda; somos nosotros los que tenemos que imponernos a la moda (con dos cojones, coño).

Dentro de nuestra idea de historia, en mayor o menor medida va a haber que introducir aspectos humanos. Aunque odiemos a la humanidad, que por cierto es algo muy humano, y aunque lo que vayamos a contar sea algo duro o deleznable, se necesita cierto caracter humanista. Es la única manera de que el espectador empatice con los personajes. Por eso Hannibal Lecter nos cae bien, incluso la anarquía de Joker nos cae bien, porque son cosas humanas. O, en el otro extremo, Wall-E, un robot, en cuanto tiene aspectos humanos nos identificamos con él.

Esto es porque hay que tocar la sensibilidad del espectador, hacerle partícipe del conflicto dramático. Hay que seguir un proceso mayéutico, sacar de nosotros mismos la verdad de las cosas. 

Y por ahora, lo dejo aquí. Seguiré con más cositas de los guiones.

No hay comentarios: