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21 de abril de 2010

El bueno, el feo y el malo.

Título original: Il buono, il brutto, il cattivo.
Director: Sergio Leone
Nacionalidad: Italia
Duración: 150 minutos
Año: 1966
Reparto: Clint Eastwood, Lee Van Cleef, Eli Wallach
 Género: Western


Sinopsis: Durante la guerra de Secesión, tres cazadores de recompensas se lanzan a la búsqueda de un tesoro que ninguno de los tres truhanes puede localizar sin la ayuda de los otros dos. Tuco (Eli Wallach) sabe que el tesoro se encuentra en un cementerio. El Rubio (Clint Eastwood) conoce el nombre inscrito en la tumba que lo esconde. Sentencia (Lee Van Cleef) no duda en matar a mujeres y niños para conseguir su meta.

Calificación personal: 10

Crítica: Y llegó Sergio Leone y revolucionó el género. Estamos ante una película que rompe con el western más clasicista, algo que en su momento fue criticado por los aférrimos defensores del cine de bandoleros. Pero tras esta anécdota, está el hecho de que es complicado encontrar algún defecto en El bueno, el feo y el malo. Todo en ella es perfeccionismo y grandilocuencia escondidos bajo una máscara de minimalismo: su genial trío de protagonistas, la maestría en la dirección, la fotografía analizadora, la magnífica banda sonora de Ennio Morricone,...


La primera media hora nos presenta a los tres personajes a los cuales seguiremos durante dos horas más, que cabe decir, se hacen amenas gracias a una narración y un ritmo impecables. Son tres personajes esteorotipados dentro del género: el Rubio (el bueno) no es más que un buscavidas guapete y chulesco de gatillo fácil; Tuco (el feo) es el bufón pillastre con el que el público simpatiza rápidamente; Sentencia (el malo) es un canalla cruel y vil falto de ética. Pero, si son personajes tan esquematizados, ¿qué les hace tan especiales? Está claro: la línea que les separa entre lo bueno y lo malo es muy delgada, los tres son tan truhanes y peligrosos como el que más, los tres persiguen una misma meta y harán lo que sea con tal de llegar a ella sin ningún remordimiento ni reparo, son rudos, vengativos y egoístas.


Tanto la fotografía como la música son dos de los aspectos técnicos que caben destacar. La primera te ofrece unos primeros y primerísimos planos que se te clavan en la retina como alfileres, te hacen palpar el ambiente con un uso muy barroco de sus imágenes, y otorga unos planos generales del desierto que ganan fuerza con la genial banda sonora de Morricone,que solo se puede describir como inolvidable.

Por último, quisiera señalar el momento catártico de la película como una de las escenas de la historia del cine mejor filmadas y resueltas. Durante unos tres minutos interminables, los tres forajidos, enfrentados entre ellos, intercambiando miradas de miedo, nerviosismo, duda, odio,... Las imágenes cobran fuerza. La angustia, la agonía y la impaciencia por la resolución del momento crecen. Y todo se resuelve con un disparo. Genial.


En general, estamos ante una visión obligada para cualquier amante del cine, tanto para seguidores como no del western. Una película enorme y eterna.

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