Sobre vicios y fobias.

Soy una persona que miente, y no sólo éso, sino que se le da bien. Tan bien, que incluso me engaño a mí mismo con cierta facilidad. Una de esas mentiras que me inflijo es que mis vicios son terapias para combatir mis miedos. Porque como buen mentiroso, tengo una colección de fobias de tamaño enciclopédico.

Tengo miedo a los bichos y a cualquier ser diminuto al que no sepa combatir y que en cualquier momento pueda picarme (excepto a las hormigas, que me caen bastante bien). Concretamente, sufro aracnofobia. Y las avispas también me dan repelús. Sufro vértigo, asomarme a una ventana me supone un gran esfuerzo, monto un gran numerito cada vez que tiendo la ropa desde un cuarto piso que es donde vivo. Miedo a la soledad, no a quedarme solo, sino al vacío, a pasar mucho rato yo sólo. Incluso hay momentos de soledad en los que empiezo a hablar en alto y a contestarme, y sé que no me estoy volviendo majara porque el loco no es consciente de su locura, y yo soy plenamente consciente de estar conversando en alto conmigo mismo. Me da miedo una bañera con las cortinas cerradas, nunca he sabido porqué, pero si entro en un cuarto de baño y veo las cortinas de la bañera cerradas, rápidamente tengo que abrirlas. Me asusto con cualquier objeto que se acerque rápidamente a mí.

Si me pongo a pensar en personas, me dan miedo las personas que hablan mucho, esas personas que aunque no tengamos un tema común para hablar, me hablan y me empiezan a contar cosas que no me interesan; mi reacción es huir. Me dan miedo las personas que se me acercan demasiado. Quizá por eso soy tan reservado con las personas que no conozco. La gente demasiado alegre también me asusta bastante.

Y he generado un miedo enorme hacia las mujeres. La verdad es que a esto sí que le veo sentido, pues mis encuentros con el sexo opuesto han acabado en odio hacia esas personas por mi parte, o asco. Desconfío de cualquier chica que se me acerca de buenas, así empecé con algunas que yo me sé y la cosa acabó en una estrepitosa huída por mi parte.

Y bueno, alguna fobia me dejo de la que ahora no me acuerdo. Y todo ésto hay que combatirlo, como ya he dicho, con vicios. ¿Cómo cuales? Morderme las uñas. Tengo las uñas mas delicadas de la especie humana. Primero porque ya vinieron de fábrica blanditas, y segundo porque si su delicadeza no las desvasta ya me encargo yo de hacerlo mordiéndolas. Puede llegar a ser doloroso, pero es un acto inconsciente que no me puedo quitar. Otro vicio: mover la lengua, más sano que el anterior. Lo malo es cuando empiezo a meter la punta de la lengua en mi garganta, provocando sin querer alguna arcada, o en huecos dentales. Y otro vicio es pellizcarme y morderme los brazos, algún chupetón ya me he hecho así, en un momento, sin pasión y sin calentón, pero ahí se queda la marca.

Y bueno, espero no ser el único rarito con estos temas. Supongo que todos tenemos algún miedo y algún vicio que no queremos que nadie sepa. No voy a sugerir que confeséis que aún mojáis la cama, pero podéis intentar subirme la moral confesándome alguna extravagancia de estas.