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3 de octubre de 2011

Carta al hombre que más he querido.

Tenía que escribirte esto antes de que fuese demasiado tarde. Noto que poco a poco te estas consumiendo, que las carencias típicas de la gente mayor cada vez te impiden mas, y trato de no pensar en ello, pero sé que pronto ya no estarás aquí. Simplemente, no puedo imaginarme el mundo sin ti, y si ya nos separaba la distancia, ahora es la enfermedad la que te va a separar de mí.

Tenía que escribirte. Eres el hombre que mas me ha influído, el que mas me ha consentido y mimado. Eres el hombre que me guiñaba un ojo cada vez que me daba la propina sin que lo vieran mis padres, porque a ellos no les gustaba que me dieras dinero. Y sigues haciéndolo siempre que te visito. "No se lo digas a tus padres", me recuerdas siempre. Sin serlo, para mí has sido mi abuelo. Mi madre vivía en tu casa porque en casa de tu hermana, mi abuela, ya no cabían más. Y yo pasé mi infancia contigo. Siempre serás MI tío, aunque realmente eres tío de mi madre. Eres el hombre con quien me crié, el que todos los días bajaba al kiosko a comprar periódicos deportivos para que yo los leyera. Ahora el fútbol ya no me entusiasma como cuando era pequeño, y creo que sé porqué: aparte de toda la porquería que rodea al deporte profesional, ver un partido de fútbol sin ti carece de sentido. Cuando mis padres se casaron, lo que mas me jodió no fue irme a vivir a una ciudad en la que no conocía a nadie y a la que tardé en adaptarme. Lo que mas me jodió fue que me separaran de ti. "Le visitaremos todos los fines de semana", me consolaba mi madre. Pero el hecho de levantarme para ir al colegio y no verte a ti preparándote para ir a la obra, mientras apurabas el cafe y me guiñabas el ojo, hacía que mis días no empezaran con el entusiasmo de antes. Y con el tiempo, esas visitas semanales empezaron a menguar.

Desde que no vivo contigo, no recuerdo un solo día que no llamaras a casa a la hora de comer para hablar conmigo. Siempre la misma conversación: "¿qué tal estás?", "¿que tal las clases?", "¿qué tal tus hermanos y tus padres?". Cogiese quien cogiese el teléfono en casa, siempre pedías que me pusiera yo para hablar conmigo. Y siempre acababas leyéndome el titular del Marca, que lo sigues comprando por mí, pese a que, ahora que tengo demasiado tiempo ocupado, solo puedo ir a visitarte un par de veces al mes. Y pese a que sabes de sobra que el fútbol ya no me gusta. Pero siempre me lees los titulares por teléfono, y yo finjo tener interés en ello.

Eso es lo que más me va a faltar cuando ya no estés: esa llamada telefónica diaria, de apenas un par de minutos de duración, una llamada que la disfrutas mas tú que yo, que la mayoría de las veces te contesto por inercia. Una llamada tan rutinaria que la haces aunque sepas que no estoy en casa, y si nadie contesta dejas un mensaje en el contestador. Pero nunca te has olvidado de hacerla. El simple hecho de no oir el teléfono a las 2.30 del mediodía me va a doler mas que cualquier otra cosa. 

Recuerdo cuando era pequeño. Siempre que por la noche no podía dormir o tenía miedo corría a acostarme contigo. Y las siestas en el suelo del salón junto a la estufa. Recuerdo cuando íbamos a recoger morera para los gusanos de seda, que aún los conservas en cajas de zapatos. Siempre que llega la primavera me dices "cuando los trajimos a casa eran solo 3, y ahora son cientos." No puedes evitar seguir viéndome como aquel niño de 8 años que jugaba en el patio del portal, la mayoría de las veces solo, al que vigilabas sentado y fumando uno de esos dichosos cigarrillos, al que luego ayudabas con la caligrafía y con los ejercicios de matemáticas. Ahora que he crecido, siento tanto no poder haber disfrutado más de ti, no haber podido merendar mas veces galletas con leche, no haber dado mas paseos hasta la estación de tren, no haber compartido mas miradas de complicidad cuando yo hacía una trastada y tu se la ocultabas a mi madre. Y ahora que te vas, me doy cuenta. Eres la persona que me ha hecho mas veces sentirme como alguien especial.

No pienso acercarme al tanatorio ni al funeral cuando todo ocurra. Me da igual que mis padres me quieran obligar, no lo haré. No es esa imagen la que quiero conservar de ti. Cuando las ceremonias y parafernalias religiosas acaben, me acercaré a verte y a despedirme en solitario. Y te conservaré en la memoria siempre como el hombre mas honrado, amable y entrañable que he conocido. Simplemente, no puedo imaginarme un mundo sin ti.

3 comentarios:

Arion dijo...

Muy bueno el blog, yo también estoy en contra del matrimonio. Por cierto me he divertido mucho leyendo el post sobre "el puto rubio".

Te dejo el link de mi blog para que me visites: www.artbyarion.blogspot.com

Saludos.

Happy Kappa dijo...

Estaba justo escuchando la versión de Sparklehorse de "Wish you were here" mientras leía esta entrada, y no he podido evitar las lágrimas.

No sé cómo se hace esto, así que solo diré que siento mucho que estés triste. Ánimo.

Un saludo.

erizogirl dijo...

joe, me he emocionado... muy bueno el post

Lo siento

bss