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17 de agosto de 2010

Mis aventuras en Parque Warner (Episodio III: vive de tus padres hasta que puedas vivir de tus hijos)

En este tercer episodio hablaré sobre los pensamientos variopintos que se me pasan por la cabeza mientras paso el día en una atracción, tratando con los papás, las mamás y sus criaturitas. Por favor, que nadie se ofenda si es padre, comprendamos que se trata de mi curro, y en cualquier curro a las 7 horas de trabajo empiezas a pensar todo tipo de vanalidades existentes.


Hay atracciones que invitan al pensamiento suicida. Por ejemplo, empezaré por lo mas sencillo: zona Cartoon Village, repleta de atracciones para niños. 9 horas de curro repetitivo, viendo como los nenes hacen sus graciosas y pícaras jugarretas y como los papás les ríen las gracias. Los angelitos tienen la estupenda manía de salir cual emboscada corriendo a todo trapo en cuanto les abres la puerta de acceso, y bueno, puedes sufrir desde un leve portazo en la rodilla, un manotazo en el centro de gravedad (también conocido como cojones o cataplines) para que te apartes de su camino, a lo mejor un pisotón, incluso puede que salgas indemne. El caso es que tu replicas al nene, y los padres, risueños, llaman a Pedrito con retintín: "Pedrito, que te vas a caer". Sí, Pedrito se va a caer, pero me acabo de quedar sin descendencia, gracias. Y claro, a Pedrito hay que hacerle fotos montado. "Por favor, antes de empezar el ciclo guarden la cámara" Hacen como que la guardan, pero no, en un alarde de picardía se la esconden en el regazo, y la vuelven a sacar. Junto a lo de la puerta y esta nueva estratagema, ya van dos jugadas en las que se han creído que eres gilipollas. "Por favor, la cámara, que vamos a empezar". Venga, vale, parece que se la guarda. Das tus indicaciones de bienvenida: "Bla bla bla permanezcan sentados, bla bla bla no levantarse, bla bla bla no saquen cámaras ni móviles". Empieza el ciclo, y pocos momentos después... ¡la puñetera cámara! Joder, que no saquen la cámara. "No te preocupes, que no me cae" Me parece estupendo, guarde la puñetera cámara, que dentro de quince años, Pedrito verá esas fotos y vomitará. "En serio, que no se cae" Botón de parada, y fuera, fuera, FUERA. "Pero..." Fuera. "Pero..." Fuera.


Luego está el nene llorón. Que no monta, llora. Que monta, llora. Y los padres reaccionan con un collejón. "¡Vas a montar, o nos vamos a casa!" Le dicen. El niño llora todavía más. Se aferra al primer poste que ve, el padre tira de la mano que le queda libre, con la cara roja, los globos oculares palpitando, y sudando como un cerdaco. "¡Se acabó, a casa!" Y claro, el nene estalla definitivamente. Y yo ahí, pasmado, con la indecisión de intervenir e intentar calmar al nene, o intentar calmar al papá, pero claro, viendo el panorama a lo mejor yo también me llevo un collejón (pero a casa no me manda, el capullo). Finalmente, se consigue sentar al nene, pero el nene se levanta. "El nene tiene que ir correctamente sentado, señor" "Sí, no te preocupes" Te hace el sueco, vas a la cabina, pero el nene se sigue levantando. "Por favor, el nene sentado" "Sí, no te preocupes, dale". No le doy, coño, que se siente, o fuera. "Es que hasta que no le des no se va a sentar". Y yo soy primo del Chechu, pero el niño o se sienta o no monta. Esto finaliza de dos maneras: o bien el niño se sienta, y fin del asunto, o bien pasa de su padre, sigue berreando, y hay que sacarle, a lo cual la reacción paterna es de collejón y un rotundo "¡A casa!" Sí, a casa, pero el niño sigue en sus trece.


Hubo un caso particular en Autobús de Piolín (quien quiera saber de qué va la atracción que se moleste en mirarlo en la web del parque) en el que la madre insistía en montar a la niña mientras esta lloraba. Yo le dije amablemente que saliese fuera unos minutos, que la pequeña se calmara, y que lo volviese a intentar. Total, había poca gente en el parque, no iba a tener que esperar nada. El caso es que la madre insistió, la niña lloraba y gritaba, mi cabeza a punto de estallar, la madre con el típico "¡a casa!" y.... ¡Blof! Vomitona enorme de la niña encima de la madre. El vómito no tocó ninguna de las partes de la atracción, ni a mí, ni a ningún visitante, cayó todo en la madre. Evidentemente tuvo que abandonar la atracción. Justicia divina, diría yo.

Un caso típico es el nene que no llega a la estatura mínima y el padre te lo intenta colar. Se cree que soy nuevo. "Si solo es un dedo". Bueno, pero no llega. "¿No te da pena?" No. "A ver, espera, estírale bien" Joder, que no llega coño, que llevo midiendo niños desde hace tres años, sé perfectamente cuando un niño llega a la barra y cuándo no, y su niño NO llega. "Que venimos de Badajoz sólo por él" A alemanes he echado yo. "Entonces, ¿no puede?" Que no, cojones. "Vámonos, Ricardito, que el señor no te deja montar". Sí, Ricardito, que tu papá, que se pasa las indicaciones de la estatura mínima por el forro te ha alimentado las ilusiones de montar cuando tenía la información de antemano de que no ibas a montar.

Esto contrasta con el padre hijo de perra, el que obliga a su niño a montar en una montaña rusa. El niño va pálido, le mides e intenta agacharse para no llegar a la estatura mínima. Su padre le coge y le dice: "Estírate, ya verás como llegas". Efectivamente, el pequeño llega, su pesadilla no ha hecho más que empezar. Se sienta, sabiendo que está a punto de coleccionar un nuevo trauma infantil. El padre le dice: "si te va a gustar", cual proxeneta le dice a su meretriz. Le baja el arnés, el nene se encoge aún más si cabe, y empiza a suplicar. La escena es bastante dramática. Dan ganas de coger al señor (llamémosle señor, que el respeto nunca hay que perderlo) y liarse a palos. Todos los que van a montar, los que esperan en los distribuidores, los auxiliares y el operador, todos contemplan la escena, pensando lo mismo. Se merece que le metan una piñata por el puñetero ano. El niño busca un salvador, que sabe que no va a llegar. El auxiliar y el operador le dicen al papá que si el nene no quiere montar, puede quedarse fuera de la estación y esperarle, pero ese malnacido responde: "Si le va a gustar". Sí, y a tí el bate de béisbol que te voy a empotrar en los dientes también te va a gustar. El caso es que el nene acaba montando, vuelve traumatizado, y a partir de ahora el padre va a tener que aguantar sus llantos. Que se joda.


Bonita faunia la de los papás y mamás, y sus retoños. Podría tirarme horas hablando de ellos, pero tampoco quiero alargar demasiado el post, quizá en otro capítulo hable de casos mas concretos. Próximamente, más aventuras.

11 comentarios:

Raúl dijo...

Buf, los niños y yo: compatibilidad cero. Yo no tendría tanta paciencia con algunos niños (ni con algunos padres). Por cierto, me ha dolido lo de la modalidad hijo de perra, ¿hay mucho de eso? Espero que no. Yo le tengo un miedo terrible a las montañas rusas, de hecho el miedo a las atracciones es una de esas cosas que me han perseguido toda la vida. Lo peor de los que no aguantamos esa aceleración por vértigo o por algún extraño resorte psicológico es que no somos comprendidos, la 'gente normal' se ríe y te dice eso de: ''no sabes lo que te pierdes''. Y uno no puede más que contestar: ''Seguramente... Pero de momento sé una cosa que sí que me pierdo: pasar un rato insufrible.'' Algún día escribiré un post sobre esto, me has dado una idea. A mi de peque hasta me daba impresi´´on el 'dragón', ya sabes, un trenecito que es como el tren de la bruja pero que en un momento determinado corre hacia atrás. He estado tanto en Port Aventura (con los amigos) como en Terra Mítica (con la familia) y basicamente sólo visité los espectáculos, porque las únicas atracciones en las que me atrevía a montar eran los rápidos. Una vez me monté en el Tutuki Splash y en los troncos y pasé muy mal rato, pero muy malo. No es por la velocidad, es psicológico. Es un sentimiento fuerte que te lleva al límite, sientes que no tienes el control, que te empujan con fuerte aceleración y no en vez de dejarse llevar uno tiende a tensar todos los músculos como queriendo parar. En fin, perdona el rollo.

Aitor Maiden dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Aitor Maiden dijo...

@ Raúl: Si te dijera la de cosas a las que yo le tengo miedo: arañas, vértigo (aunque me monte en montañas rusas, lo tengo), fuego, mujeres (ya haré un post sobre este miedo en concreto),... Así que el miedo a las montañas rusas es comprensible, sí que es verdad que la psicología ayuda, simplemente tienes que saber que la seguridad es total, que el arnés jamás podrá abrirse por sí sólo (se necesitan unas llaves especiales o incluso baterías para abrirlos fuera de la estación). Pero vamos, que comprendo que haya gente que no le guste la sensación que producen estas atracciones, porque a mí antes me pasaba, es más, todavía me quedan residuos de ese miedo.

bob dijo...

Mi caso es al reves. Cuando era pequeño no me gustaba la idea de montar en las atracciones adrenalíticas. Fue montar en la lanzadera y el tornado del parque de atracciones a eso de los 13, 14 años y desde entonces quiero mayores retos adrenalíticos. De éstos aspectos solo hay una cosa que no ha cambiado y es el hecho de montar en coche con conductores que tengan una aunq sea una pizca de agresividad al volante (no puedo con las aceleraciones y frenazos en un coche)ya que aquí cuenta mucho la falta de control, de seguridad y la confianza que tengas con los conductores (en un coche soy bastante desconfiado).

Pepe Cahiers dijo...

Los niños, cuando no son tuyos, los ves como bichos y si encima tienes que aguantarlos en un parque en el que se comportan como burros silvestres estoy seguro que no contribuye a mejorar su imagen de pequeños monstruos. Supongo que tendrías para escribir un libro con tus experiencias.

Aitor Maiden dijo...

@ Bob: por eso te gusta que te lleve yo en coche, que no paso de 100. ¿Eh, pillín?

@ PEPE CAHIERS: por supuesto, el libro sería de autoría conjunta con varios de mis compañeros, podríamos hacer una recopilación de momentos Warner extraordinaria.

Murciégalo dijo...

JAJAJAAJJAAJAJ Al final son peores los padres que los hijos. Sí, los niños son muy monos, pero los propios, no los de los demás xD

Anónimo dijo...

La verdad es que el libro yo lo compraría, porque me he leído los tres episodios de esta GRAN serie seguidos. Y sabes qué? QUIERO MAAAAAS.


Saludos!

Aitor Maiden dijo...

@ Murciégalo: que no te quepa la menor duda, los padres son mil veces peores que los niños.

@ Lord Charles H: habrá más, procuraré escribir uno o dos post de estos mensualmente.

JasJ dijo...

"guarde la puñetera cámara, que dentro de quince años, Pedrito verá esas fotos y vomitará. "En serio, que no se cae" Botón de parada, y fuera, fuera, FUERA. "Pero..." Fuera. "Pero..." Fuera."

""Que venimos de Badajoz sólo por él" A alemanes he echado yo. "

jajajajaaaaa, geniales :D

yo no podría hacer un curro así. El único niño al que aguanto es mi sobrino y porque es él (que no es porque sea mi sobrino, pero es un chaval increíble.) Al resto los subiría en una atracción de esas sin colocarles el arnés y....fiiiiiuuuuuuuuu

Aitor Maiden dijo...

@ JasJ: lo de los arneses abiertos lo haría con los adultos, los niños al fin y al cabo son niños.