Las vuvuzelas, o Choques de culturas.

Desde el comienzo del Mundial de fútbol, una de las mayores polémicas es la vuvuzela y su característico sonido revientatímpanos. Diariamente, en cualquier partido del acontecimiento, bajo el sonido de los comentaristas se pueden oír perfectamente de fondo a los aficionados haciendo sonar el instrumento.

La vuvuzela no es más que la típica trompeta futbolera de toda la vida, muchos hemos tenido una de esas cuando éramos pequeños, y concretamente en Sudáfrica está muy arraigada en la afición. ¿A qué viene tal polémica? Esto me da pie a hablar sobre el enfrentamiento constante que los medios impulsan entre las diferentes culturas de los pueblos, en este caso usan de excusa un acontecimiento deportivo seguido multitudinariamente.

Hablaré con la perspectiva del país donde vivo, España, donde es muy común hablar de lo ajeno como algo inválido, inferior, o extravagante, y se coloca la cultura patria en una posición preponderante sobre las demás. Es algo típico despreciar a los inmigrantes y sus formas de vestir, pensar, actuar,... Por ejemplo, está muy arraigado el pensamiento de que los marroquíes son poco higiénicos debido a ciertas costumbres de esta gente como comer ciertas comidas con las manos. También está instaurado el prejuicio de que la comida china está conformada por todo tipo de insectos y animales desagradables. Ni que decir tiene de llamar fanáticos a los islamistas por su forma de vivir su religión. Y podría sacar muchos ejemplos de otras culturas que no se comprenden en mi país (o no se quieren entender).

Desafortunadamente, vivo en un país cuya cultura está ensombrecida por ciertas celebraciones, rituales, festejos,... que se les podría acusar de todo aquello a lo que mis paisanos acusan al resto de pueblos.

El mayor exponente de esto es la ¿cultura? taurina de España, una tradición desfasada y aberrante que carga contra un ser vivo y que lo maltrata por el simple hecho de que es parte de nuestra ¿cultura?. Otro exponente del maltrato animal convertido en ¿cultura? es tirar una cabra desde un campanario, o ponerle a un toro un par de bolas de fuego en los cuernos. Pero, eso sí, los bárbaros son los de fuera.

Los que tanto critican a las religiones de fuera por comportamientos fanáticos, deberían mirarse un poco el ombligo cuando tenemos varias celebraciones religiosas, como el Rocío, la Semana Santa, el Corpus,... en las que se sacan de paseo esculturas religiosas por las que la gente se pelea literalmente por tocarlas o acercarse a ellas. Vamos, creo que en fanatismo religioso los españoles compiten claramente con los islámicos en ese sentido.

Y bueno, eso de que en países asiáticos los insectos se consideren un majar... ¿Qué se supone que es el marisco? Porque un cangrejo tiene bastante parecido con un escorpión.

Entrando en la cultura en sí misma, entendiendo a esta como el conjunto de expresiones artísticas, hay también de donde sacar fuego. Musicalmente, no destacamos. Si bien el flamenco es para España lo que el blues es para Chicago, la música aquí está hecha para ser expuesta, consumida rápidamente y olvidada. Por decirlo así, la música española está prefabricada y casi todo (afortunadamente hay cantantes y algun grupo que se salvan de la criba) responde a un mismo patrón: melodía pegadiza, rostro guapo y cuerpo de buen ver, estribillo recordable, letra sentimentaloide, y a machacar a la gente sacando el tema continuamente por radio y TV.

Cinematográficamente tampoco estamos para tirar cohetes. El cine español peca de casposidad en primer lugar (aunque de esto peca más la TV), el humor español se regocija de ser vulgar y ordinario, y cuando llega al cine se vuelve mas insoportable y carente de sentido del ridículo si cabe. "Torrente" es el mayor exponente de esto. Y si queremos ir de cultos, pues para vender el producto ponemos escenas sexuales, y si a alguien no le gusta, le acusamos de que no entienden nuestro arte. Y nos quedamos tan panchos.

Y cuidado, que la cultura española tiene muchas cosas que destacar, empezando por artistas antiguos como Cervantes,  Goya, Quevedo, Lorca, ... O más modernos, como Sabina, Rosendo Mercado, Saramago, Picasso,...

No quiero extenderme mucho más, espero que mi mensaje haya quedado claro. Somos los primeros en criticar lo de fuera sin reparar en lo que tenemos dentro. Me remonto al comienzo del post con las vuvuzelas sudafricanas,diciendo que en vez de criticar tan ensordecedor sonido, disfrutemos de él, que sólo son trompetas, ¡cojones!